El 17 de diciembre de 2023 se celebraron 120 años del que se acepta de forma generalizada como el primer vuelo de un avión, que no fue otro sino el de los hermanos Wright. ¿Pero realmente fue el primer vuelo de la historia?
En efecto, el 17 de diciembre de 1903, tras varios intentos fallidos, el menor de los hermanos Wright, Orville, subió a un artefacto más pesado que el aire, el Flyer, y realizó un vuelo de 12 segundos y 36 metros de distancia. Desde la perspectiva actual no parece gran cosa, pero fue un precedente significativo para el naciente sector aeronáutico.
Los criterios para definir el primer vuelo de la historia pueden ser variados y, en función de ello, también son varios los candidatos a llevarse el premio.
Sin embargo, esta afirmación genera cierta controversia, ya que muchos consideran que en realidad el primer vuelo que merece tal nombre no fue el de los hermanos Wright. En la lista de pioneros que aspiran a esta alta distinción destacan Alberto Santos Dumont, Samuel Langley, Clément Ader, Glen Curtiss o Gustave Whitehead. La clave de este asunto está en “qué es lo que se considera avión”, en “qué es lo que se considera vuelo”, en las “patentes registradas” o incluso en la “certificación (o no) del vuelo”, bien sea por un organismo oficial o por un público que no solamente sean un puñado de familiares o amigos. Las opciones son variadas y, por tanto, puede haber varias respuestas.
Si volar lo definimos como elevar los pies del suelo y aterrizar con vida y ganas para contarlo, deberíamos retrotraernos hasta el año 875, cuando el andalusí Abbas Ibn Firnas hizo lo propio desde la colina de la Arruzafa en Córdoba (España), manteniéndose en el aire unos diez segundos (casi lo mismo que los Wright). Eso sí, fue un vuelo de planeo y sin mucho control, pero vuelo al fin y al cabo. Algo después, en 1010, Eilmer de Malmesbury se lanzó en otro planeador desde una torre de su abadía, volando unos 200 metros en Wiltshire (Reino Unido). Ambos se fracturaron algunos huesos en el aterrizaje, pero lo cierto es que volaron y vivieron algunos años más para presumir de ello.
Si lo que consideramos es el primer artefacto más pesado que el aire, autopropulsado, tripulado y que se elevara durante unos metros, en tal caso deberíamos tener bien presente lo que consiguió el ingeniero francés Clément Ader. Se suele aceptar en la comunidad aeronáutica el hecho de que el 9 de octubre de 1890, llegó a despegar y volar con su modelo Eole. El “salto” fue totalmente descontrolado y apenas llegó a cubrir una distancia de 100 metros, volando a unos centímetros del suelo. Finalmente se estrelló sin remedio. Se considera que esta fue la primera “máquina voladora” que comparte la mayoría de sus conceptos con las aeronaves actuales, aunque el control del vuelo fue su asignatura pendiente.
Unos años antes que él, el inventor francés Alphonse Pénaud consiguió que sus modelos de avión volaran, pero a una pequeña escala. De hecho, se le considera como el padre del aeromodelismo. El 18 de agosto de 1871 voló de forma pública uno de sus modelos, que se impulsaba con unas tiras de goma que hacían girar las hélices. Llegó a volar casi 60 metros en 11 segundos. Recordemos que, en este caso, la aeronave no era tripulada ni controlada, aunque sus conclusiones influyeron a pioneros aeronáuticos posteriores, tales como George Cayley, Samuel Langley y los propios hermanos Wright, que se inspiraron en algunos de sus diseños.
El primer vuelo a motor pilotado del que quedó constancia escrita se realizó el 14 de agosto de 1901 en Connecticut (Estados Unidos), a cargo del ingeniero de origen alemán Gustave Whitehead. Se inspiró en los diseños de su compatriota Otto Lilienthal, a los que hizo algunas adaptaciones e incorporó un pequeño motor. El vuelo más largo superó los 2 kilómetros y llegó a unos 60 metros de altura tras despegar por sus propios medios. En el primero de sus vuelos utilizó un motor ligero de 2 cilindros y 20hp (15kW) que él mismo fabricó, aunque en posteriores ocasiones incrementó su potencia. Para la fase de despegue, el motor se encargaba de acelerar las ruedas hasta que, en un momento dado, el piloto cambiaba la fuerza a las hélices mediante un mecanismo, generando ya el empuje necesario para mantenerse en el aire.
A pesar de que fue noticia en diversos medios locales y nacionales, Whitehead nunca llegó a registrar sus avances, por lo que tendría perdido de antemano cualquier litigio que quisiera emprender por las patentes. De hecho, una vez que el naciente negocio de la aviación parecía tener futuro, nada pudo hacer cuando intentó luchar para que se le reconocieran algunos de sus avances. Muchos, especialmente los defensores de los hermanos Wright, cuestionan sus vuelos de 1901 y 1902, argumentando que no existen testimonios gráficos, pero lo cierto es que hubo muchos medios de comunicación de la época que se hicieron eco a la vez que testimonios jurados de personas que vieron volar alguno de sus artefactos.
Durante esos mismos años, el físico e inventor estadounidense Samuel Langley diseñó y construyó su primer avión, dotado de un motor de vapor, pero sin tripulantes. Para el desarrollo de una versión tripulada contó con el apoyo financiero del Gobierno y del Instituto Smithsonian, del que era secretario. Dotado con un motor de gasolina de 53 caballos de potencia, intentó despegar con su modelo “Aerodrome A” desde una barcaza en la que había instalada una catapulta. El artefacto tenía control de pendiente y de viraje, pero no de inclinación, para lo que dependía del reparto de pesos del propio piloto para mantener el ángulo adecuado. Sus modelos volaron años más tarde y en otras manos, pero en sus últimos intentos del 7 y 8 de diciembre de 1903, las aeronaves cayeron al río Potomac sin llegar a levantar el vuelo.
Diez días más tarde, el 17 de diciembre de 1903, los hermanos Orville y Wilbur Wright consiguieron volar con su avión en las dunas de Kitty Hawk, en Carolina del Norte (EE. UU.). Desde 1900 habían invertido muchas horas de trabajo y algo más de 2000 dólares para llegar a ese momento culminante. Su modelo Flyer I, un aeroplano de 35 kg construido con materiales básicos (maderas de abeto y fresno para la estructura y tela de muselina para las alas) e impulsado por un motor de solo 12 caballos de fuerza, voló unos 40 metros en doce segundos. Siguieron avanzando en sus modelos y ya en octubre de 1905 eran capaces de controlar su aeronave hasta el punto de seguir una trayectoria prefijada y mantenerse en vuelo durante más de media hora.
Es de destacar que los hermanos Wright fueron los primeros en entender que una hélice es en realidad un ala giratoria y que debe tener un perfil aerodinámico. Las hélices que fabricaron para su vuelo de 1903 eran casi tan eficientes (un 70% aproximadamente) como las hélices de madera que podemos elaborar actualmente, lo cual es un logro sobresaliente.
Lo cierto es que su primer vuelo pasó prácticamente desapercibido para los medios de comunicación y la opinión pública, siendo presenciado por tan solo un puñado de colaboradores cercanos. En realidad, los propios hermanos Wright contribuyeron a que sus trabajos no tuvieran difusión porque querían seguir trabajando, sin testigos que pudieran copiarles las ideas. Deseaban tener tiempo suficiente para perfeccionar su aparato sin dar facilidades a otros pioneros. La labor comercial en curso y los posibles contratos con los gobiernos fueron, al parecer, la clave de ese celo.
El primer gran debate sobre el “quién fue primero” (que aun hoy sigue vigente) surgió a propósito de los trabajos de Alberto Santos Dumont. En realidad, si consideramos «avión» como una maquina más pesada que el aire, que pueda despegar por sus propios medios (sin ayudas), volver a su punto de partida y aterrizar suavemente, entonces eso lo hizo el modelo 14bis de Santos Dumont el 23 de octubre de 1906.
El 14bis despegó por sí mismo y sin el auxilio de dispositivos de lanzamiento, recorrió 60 metros en 7 segundos, haciéndolo delante de más de mil espectadores. Además, el vuelo del 14bis fue el primero de la historia en ser homologado por una institución aeronáutica, el Aeroclub de Francia.
Los hermanos Wright, sin embargo, registraron su patente antes que Santos Dumont.
El 4 de julio de 1908, Glenn Curtiss, un fabricante de motores de Hammondsport efectuó lo que se considera como el primer vuelo público en Estados Unidos, previamente anunciado, con su aeronave June Bug. Este vuelo le valió el premio de la Scientific American. Lo hizo como miembro de la AEA (Aerial Experiment Association), creada por Alexandre Graham Bell. Un mes más tarde, los hermanos Wright hicieron sus primeros vuelos públicos, ya con un grado importante de perfección en el manejo de las diferentes fases del vuelo.
Hasta aquí, algunos de los pioneros que fueron protagonistas en aquellos años en los que se dilucidaba la capacidad de levantar el vuelo en una aeronave más pesada que el aire. Desde aquel momento el abanico de aportaciones y logros en el ámbito del vuelo ha ido creciendo exponencialmente.
Ni que decir tiene que la lucha de patentes relativas a los aviones y los sistemas de vuelo que se originó desde aquellos primeros años del siglo XX fue inmensa. Más allá de ese importante trámite, es honesto admitir que si bien el mérito de haber realizado el primer vuelo debe recaer en alguno de los pioneros que hemos mencionado en este artículo, no es menos cierto que antes que ellos hubo otras decenas de pioneros que hicieron aportaciones importantes para llegar al punto en que un artefacto más pesado que el aire pudo despegar, volar y, finalmente, aterrizar de forma controlada.
Y dicho todo esto… ¿Quién fue el primero en volar?