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Tribuna por Rodrigo Hananías, ACHILA

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Rodrigo Hananías

Chilean Airline Association (ACHILA) / General Manager

El COVID-19 y su impacto en el transporte aéreo en Chile

 

Desde un punto de vista sanitario, Chile hasta ahora ha enfrentado con eficacia la pandemia. La curva de contagios y letalidad ha tendido a aplanarse, con cerca de 14.000 personas que han contraído el virus y 200 fallecidos a fines de abril, todo gracias a una autoridad seria y decidida. Sin embargo, como en todos lados, el costo económico a pagar será altísimo.

Dada nuestra posición geográfica y distribución territorial, la conectividad aérea interna e internacional se erige como un motor fundamental de la economía nacional.

Antes de la crisis, los números indicaban que la industria aérea en Chile aportaba directa o indirectamente 191.000 empleos y un 2,8% del Producto Interno Bruto. Con la pandemia, de acuerdo a las proyecciones de IATA, los ingresos caerán prácticamente a la mitad, se perderían 13.703 puestos de trabajos directos, y 57 mil indirectos. Los vuelos internacionales regulares de pasajeros están suspendidos, y las nacionales Latam Airlines, Sky Service y JetSmart están realizando un número de operaciones mínimo.

Desde mediados de marzo que rige una prohibición indefinida de traslados de personas dentro del territorio nacional, como así también una prohibición de ingreso de extranjeros, lo que tiene a las líneas aéreas de pasajeros paralizadas, y sin poder proyectar un reinicio de sus operaciones, pues aún no alcanzamos el peak de contagios. Lo peor de la pandemia aún no lo hemos vivido, y recién el 21 de junio comienza nuestro invierno. 

Como país, tenemos dos opciones: esperar que espontáneamente se retomen los vuelos nacionales e internacionales, o bien disponer de medidas de incentivo para ello, que es lo que como Asociación de Líneas Aéreas creemos que el Gobierno debe de hacer, sobre todo considerando que ya hay otros países de Sudamérica, competidores nuestros, que están en esa senda.

Hemos sugerido medidas como la ayuda financiera directa, la disminución de tasas y costos aeroportuarios cobrados por el Fisco (como por control de tránsito aéreo, por estacionamiento o por iluminación), el aplazamiento del pago de IVA por combustible, la devolución anticipada de impuestos, la flexibilidad en la aplicación de multas y de la normativa pro-consumidor, pero lamentablemente no estamos en las prioridades del Gobierno, que se ha enfocado en ir en auxilio de personas, y pequeñas y medianas empresas. 

Dada nuestra posición geográfica y distribución territorial, la conectividad aérea interna e internacional se erige como un motor fundamental de la economía nacional, clave además para el turismo, el que también se verá duramente golpeado si es que la industria aérea no vuelve a despegar.  

 

Rodrigo Hananías

 

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