Actualmente, la sociedad considera el viajar como un tipo de hábito o rutina. Debido a ello, cada vez existen más conexiones entre ciudades de todo el mundo, aumentando considerablemente la operativa aeroportuaria.
Ello conlleva que un aeropuerto al final se convierta en un punto predominante de presencia de personas, tanto aquellas relacionadas directamente con la misión principal de un aeropuerto, viajar, así como aquellas relacionadas de forma indirecta, por ejemplo, familiares o amigos para recibir a la persona pasajera.
A menudo existe una contraposición entre las propuestas de diseños para los aeropuertos, y las normas de seguridad, por lo que las modernas técnicas de simulación juegan un papel fundamental.
Desde un punto de vista económico o empresarial, a causa de esa gran multitud de personas que están presentes durante un determinado tiempo, un aeropuerto se encuentra influenciado por un concepto conocido: el consumismo. Es decir, tantos los aeropuertos tradicionales que se están remodelando como los aeropuertos más recientes, están convirtiéndose en una especie de centro comercial donde están disponibles los mejores negocios, relacionados normalmente con moda y restauración.
Este concepto está transformando a los aeropuertos en lo relativo a su arquitectura: el espacio interior se presenta totalmente diáfano. Ello se encuentra directamente relacionado con el concepto del consumismo debido a que, como pasajero, es una manera más “útil” de ver la oferta y producto en dicho aeropuerto si no hay ningún obstáculo que impida la visión, así como que el aeropuerto obtiene una mejor valoración de acuerdo con la estética.
En Europa, la mayoría de los aeropuertos estaban adaptados a un formato arquitectónico más tradicional y, por ello, se ha producido una paulatina adaptación en las sucesivas remodelaciones orientadas al concepto de espacio diáfano. Sin embargo y aunque económicamente puede ser viable, a nivel de seguridad, especialmente en caso de incendio, no es un asunto que merezca ser desatendido.
Esa transformación no se observa únicamente en Europa, sino que se trata de una tendencia global.
Los equipos de ingenieros y arquitectos que diseñan los espacios aeroportuarios están habituados a regirse prácticamente por el cumplimiento de la normativa de aplicación específica de cada país. En el caso de España, la más común es el Código Técnico de la Edificación (CTE), que básicamente se trata de un conjunto de documentos de obligado cumplimiento para realizar correctamente una edificación, siempre dependiendo del tipo de uso y actividad. Esta normativa surge tras la Ley 38/1999 que es conocida como la Ley de Ordenación de la Edificación.
Así como en España se dispone de una regulación detallada para tener un nivel mínimo de seguridad en caso de incendio en todos los edificios, a nivel europeo también existen unas disposiciones a cumplir, siempre dependiendo del país. Debido a la diferencia entre países, pero teniendo en cuenta la figura de la Unión Europea, actualmente existe un órgano oficial que actúa como comisionado para unificar criterios y estándares en relación a seguridad en caso de incendio, conocido como la Confederación Europea de Asociaciones de Protección Contra Incendios (CFPA Europe).
Aunque oficialmente no existe un criterio común en esta materia a nivel europeo, el Comité Europeo de Estandarización, conocido como CEN, sí emite normas de estandarización (normas EN-UNE) que establecen un control mínimo común, en este caso, en elementos e instalaciones de gran importancia en materia de seguridad y protección contra incendios.
Comparando la situación europea con la americana, en el segundo caso existe más uniformidad en relación con esta materia. Aunque, al igual que en Europa, los paises americanos tienen sus propias legislaciones y normativas, todas ellas se basan siempre en la aplicación de unos requisitos mínimos que se recogen en las regulaciones elaboradas por la prestigiosa Asociación Nacional de Protección contra el Fuego, conocida como NFPA (National Fire Protection Association).
En otras palabras, aunque cada país tenga predisposición al cumplimiento dependiendo de unos criterios u otros, fundamentalmente todas las edificaciones europeas deberán cumplir unos mínimos, entre ellos, los aeropuertos y, al menos, las instalaciones dedicadas tal protección estarán correctamente adecuadas independientemente del país.
Siguiendo con el objeto de este post, principalmente ya no sólo se trata de una visión problemática a nivel de cada país, sino de carácter global ya que, aunque cada país tiene su propia reglamentación, existirán aeropuertos que presentarán ciertos problemas a la hora de combinar su diseño con los requisitos mínimos de seguridad y protección en caso de incendio.
Según lo anterior y fijándonos en el caso concreto de España, ¿cuál es uno de los problemas principales en la relación entre espacios diáfanos y el cumplimiento del CTE? Básicamente, que son dos criterios muy diferentes. Mientras que el deseo principal es que el aeropuerto sea una gran superficie diáfana introduciendo toda aquella actividad comercial posible e intentando que su apariencia sea agraciada, el CTE limita los espacios para una mayor seguridad en caso de incendio, con una gran cantidad de instalaciones de protección contra incendios. Esa limitación es conocida como “sectorización” y, en términos básicos, consiste en dividir espacios para que las personas puedan estar seguras en caso de una situación de emergencia, estando cada uno de éstos con unas protecciones pasivas y activas adecuadas a la situación existente.
Entonces, ¿la solución es no realizar espacios tan amplios o no cumplir con el CTE o aquella normativa de aplicación según el país? Ninguna de las dos respuestas anteriores son las más convenientes dependiendo si lo que tenemos en cuenta es el punto de vista empresarial o el técnico. Aunque a nivel empresarial se prefieren unas condiciones que permitan un beneficio económico, el nivel técnico garantiza seguridad a las personas (algo más importante que el dinero).
¿Qué podríamos hacer en una situación como esta? Como una de las soluciones más idóneas, existe lo conocido como “Fire Dynamics Simulators” y “An Agent-Bassed Egress Simulators” que, de una manera entendible, consisten en técnicas de modelación reconocidas a nivel mundial capaces de realizar simulaciones dinámicas de la evolución de incendios en edificios de cualquier tipo, así como simulaciones de evacuaciones cuando se originan esas situaciones de emergencia.
Aunque todavía dichas técnicas no son tan habituales como sería deseable, en ciertos países europeos es común su aplicación, así como en el continente americano debido a su cultura más “prestacional”. No obstante, se está observando una tendencia creciente en la utilización de estas metodologías en los proyectos.
¿La solución idónea es únicamente realizar dichos estudios prestacionales? La respuesta es no. Aunque dichos estudios puedan justificar diseños arquitectónicos singulares, siempre habrá que complementarlo con la normativa de aplicación, ya sea NFPA, CTE, etc., por lo que a simple vista se puede considerar una solución “combinada” o “híbrida”. A ello, hay que añadir la experiencia y dotes de los técnicos, ya que no todos se encuentran adecuadamente preparados para realizar un estudio de tal tipo, o una revisión de los datos y cálculos obtenidos por parte de aquella persona o grupo que comprueban y/o consideran que la solución es la adecuada.