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Una reflexión sobre la economía del futuro aeronáutico

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José Luis Periañez

AERTEC / Aerospace engineering

Una pandemia que las frenó en seco en su mayor apogeo y una vuelta a la normalidad que está sacando a la luz poco a poco las carencias económicas de la sociedad han obligado a las líneas aéreas a realizar cambios en sus políticas económicas para sobrevivir al futuro tsunami de cambios que amenaza al mundo.

La principal fuente de ingresos de las aerolíneas, los turistas, se ha visto mermada por las aún vigentes medidas contra la COVID que son mantenidas por algunos países, o por sus consecuencias a medio y largo plazo. Otros, poco a poco aceptan viajeros con la boca pequeña, a expensas de lo que suceda durante el invierno.

Las condiciones de contorno han sido difíciles desde 2019, pero todo el sector aeronáutico está orientando sus esfuerzos para mejorar y facilitar un futuro más sostenible.

Por otro lado, el circulo económico no solo afecta el bolsillo del consumidor, pues sus hábitos y decisiones influyen a su vez en los ingresos generados en las empresas.

Por esta razón, compañías como por ejemplo American Airlines, se estarían viendo obligadas a realizar cambios en su oferta tras descubrir que sus clientes (en mayor medida, ejecutivos) han dejado de adquirir billetes de cabina premium para realizar los vuelos internacionales.

Para contrarrestar estas pérdidas, la compañía ha decidido reducir su oferta e incluso eliminar para determinados trayectos este tipo de tickets para ofrecer otro de similares características, aunque más económico.

Pero ¿qué les reportaría este cambio?

Se adaptarían a la oferta y aumentarían el espacio de los pasajeros en sus aviones, ya que el billete de cabina premium ocupa demasiado, en el espacio tan limitado de un avión.

Su objetivo estaría centrado en crear unos vuelos más optimizados, para poder colgar el cartel de ¡No hay billetes!

No solo han reducido el espacio “mal gastado” que la compañía ofrecía a sus clientes más selectos en su experiencia VIP, sino que también han reducido la cantidad de vuelos diarios.

Según sus estudios, este cambio no afectaría al viajero. El planteamiento sería evitar asientos libres durante los vuelos, con la idea de redistribuir los horarios o rutas cancelados por otras que mantendrían operativas.

Esta optimización tiene un objetivo claro: ahorrar combustible. Si la economía no tuvo suficiente con la ralentización de las ventas por la pandemia, la subida del precio de los carburantes ocasionada por la guerra entre Ucrania y Rusia, entre otros, está asestando la puntilla a las empresas de transporte, sin permitirles más que una opción: innovar.

En este sentido, los avances en la industria aeronáutica se encuentran a la orden del día. Aviones que pesen menos, motores más potentes y menos contaminantes, un espacio mejor distribuido… y todo aquello que el ingenio humano pueda concebir orientado a mejorar la eficiencia.

Number of commercial flights trackedSin embargo, y a pesar de que las compañías aún no han alcanzado el tráfico pre-pandemia, las previsiones sobre la industria aeronáutica resultan optimistas. Sirva como referencia que las dos grandes empresas del sector, Airbus y Boeing, siguen recibiendo pedidos de aviones.

De hecho, estiman que, en las próximas décadas, el número de aviones activos a nivel mundial se duplique. Y eso lo dicen los números, no ningún gurú económico.

Todo ello pasa por un mercado asiático emergente, el cual cada vez realiza más pedidos de aviones para satisfacer su creciente oferta y para renovar las flotas actuales. En los próximos años, su actividad se prevé que supere porcentualmente a las necesidades europeas y americanas. Lo más positivo de esta alza en el porcentaje, es que su población es mayor, y por ende les supondrá un mayor encargo de aeronaves respecto a Occidente. Siempre con permiso de los emergentes fabricantes asiáticos que, en ningún caso, tendrán la capacidad necesaria para satisfacer ese mercado en el corto y medio plazo.

Eso sí, el tipo de avión cambiará respecto a los gigantes del aire que la tecnología ha ayudado a crear. Esos reyes del cielo, como el Airbus A380 o el Boeing 747, desaparecerán paulatinamente de los aeropuertos internacionales dando cabida a más aviones de menor tamaño pero mucho más eficientes.

No es de extrañar las buenas perspectivas de cara al futuro, de una industria que tiende a sobreponerse a cada uno de los imprevistos con los que se encuentra. Ya lo decía en su libro Nassim Nicholas Taleb, donde la bautizo como un modelo de negocio anti-frágil. Es decir, las adversidades que podrían restar a cualquier empresa, a las aeronáuticas las endurece.

Por ejemplo, el peor suceso que podría ocurrirle a una aerolínea sería la pérdida por accidente de una de sus aeronaves. Supone una catástrofe en todos los ámbitos. Pero ¿cuántos accidentes ha habido a lo largo de la historia? Y, sin embargo, sigues volando al igual que yo, ¿por qué? La respuesta es sencilla: su modelo de negocio está diseñado para que no vuelva a repetirse el mismo fallo por partida doble, haciéndose más precisa con los errores.

Es decir, parte de una de las premisas más antigua para seguir avanzando. Aprender de los fallos cometidos.

Entre los puntos de oportunidad en la industria está el abaratamiento de los costes de producción, y así favorecer un aumento de las ventas como consecuencia de una baja de precios sobre el producto. O también impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías con el propósito de generar un modelo de negocio más sostenible de cara al futuro, que el caso de proyectos como el “wing of tomorrow” de Airbus.

En este mismo sentido, también hay un continuado esfuerzo en mejorar la sostenibilidad relacionada con el tipo de combustible que se utilizará en el futuro. Con el motor eléctrico en los automóviles en plena ebullición debido a un cambio climático imparable, los combustibles alternativos se han puesto en el foco de fabricantes y operadores. El uso de propulsión eléctrica está todavía en fase muy inicial, pero ya hay experiencias muy prometedoras al respecto. Incluso hay compañías que ya operan con aeronaves pequeñas eléctricas en vuelos comerciales cortos.

Así mismo, se están desarrollando proyectos piloto como el ZeroE de Airbus, en el cual se quieren desarrollar aeronaves propulsadas con hidrogeno. Se prevé que podrá ser realidad para después de 2035.

En resumen, a pesar de que las líneas aéreas, y consecuentemente, los fabricantes y el conjunto del sector, aún están sufriendo pérdidas debido a los acontecimientos económicos que se han desarrollado en los últimos años, la industria aeronáutica sigue avanzando y está centrada en un crecimiento sostenible, una adaptación a las necesidades de los usuarios y un menor coste de desarrollo industrial.

Además, la ampliación de nuevos mercados emergentes y la renovación de la flota asegurarían la estabilidad de la industria aeronáutica durante los próximos años.

 

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