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T-menos 5 minutos: ¿Nos vamos a la Guayana Francesa?

Javier Galnares

Javier Galnares

AERTEC / Aerospace & Defence Systems

Todos hemos visto por la televisión los famosos despegues de las naves Apolo desde Cabo Cañaveral y, a buen seguro, hemos soñado con estar en la sala de control y escuchar en vivo la cuenta atrás, con esos angustiosos T-menos 5 minutos previos al lanzamiento.

La geopolítica mundial ha impulsado la actividad en las instalaciones de lanzamiento de la Guayana Francesa, desde donde la ESA tiene programadas muchas misiones espaciales de indudable interés científico.

Pero a lo mejor no son tan conocidos los lanzamientos desde la Guayana Francesa, que además, suele ser la base de despegue de las misiones desarrolladas por la ESA, y que suelen tener participación de los países europeos. De hecho, si somos capaces de conseguir un vuelo para cruzar la distancia de 6379 kms (¡algo más que el radio medio de La Tierra!) que separan Europa del punto de lanzamiento en Sudamérica, podremos estar en persona en la sala de control de misión para el próximo gran hito de la astronáutica. Sólo tendremos que coger “cita” en este enlace.

Y ¿cuáles son los siguientes lanzamientos que se tienen planificados? La respuesta es muchos y muy diversos, pero los que corren por parte de la ESA y que tienen algún interés científico o tecnológico son los siguientes:

  • Misión Biomass (Observación terrena) Q3 2023
  • Misión: EarthCARE (Observación terrena) Q1 2024
  • Misión Euclid (Interés científico) Q1 2023
  • Misión ExoMars RSP (Ciencia planetaria) 2028
  • Misión Flex (Observación terrena) Q2 2025
  • Misión Juice (Ciencia planetaria) Q2 2023
  • Misión Plato (Interés científico) 2026
  • Misión Sentinel / Copernicus (Observación terrena) 2028
  • Misión Arial (Interés científico) 2029 

De los que tienen un horizonte temporal más cercano, acerquémonos a las misiones Euclid y Juice. Veamos algunas de sus características y la andadura que las llevarán a entrar en la ventana de lanzamiento, o a tener que ser retrasados por diversos motivos (como pasó recientemente con el ExoMars y otras misiones, debido a la guerra en Ucrania y la imposibilidad de utilizar las plataformas Soyuz).

El 24 de enero de 2013 la NASA y la ESA firmaron un acuerdo de cooperación para su participación en la misión Euclid. El propósito era claro: Construir un telescopio para observar la energía y la materia oscura que pueblan el espacio profundo, y poder entender mejor la expansión del universo y su aceleración. Para ello, se valdrán de varias cámaras visibles y de infrarrojo cercano, de varios millones de píxeles, de tal forma que las imágenes combinadas podrían dar medidas hasta 10 veces más exactas que sus predecesoras del fenómeno conocido como “corrimiento al rojo” (redshift). La medida de esta desviación en el espectro invisible por el fenómeno del efecto Doppler de la luz, da una medida de la velocidad de expansión del universo, y con ella, se puede inferir la cantidad de energía y materia oscura que impide que la velocidad sea mayor o menor.

Algunos datos adicionales de este espectacular telescopio son:

  • Los paneles solares estarán dotados de un sistema de estabilización que le permitirán orientarse y apuntar con una precisión de milisegundos de arco, es decir, 0.001 segundos de arco, o lo que es lo mismo, inferior a 5 nanoradianes.
  • El espectro visible estará cubierto por una matriz de cámaras de 6 x 6, con una sensibilidad de 600 millones de píxeles.
  • El espectro infrarrojo cercano estará dotado con 4 x 4 cámaras en el espectro de 1000 a 2000 nanométros, con una potencia combinada de 65 millones de píxeles.
  • El sistema de telecomunicaciones será capaz de transmitir a la tierra 850 gigabits por día. Utilizará la banda de microondas Ka con una tasa de 55 megabits por segundo durante las 4 horas que será visible su antena parabólica de 35 metros desde la base Cebreros, en España.
  • La capacidad de almacenamiento de datos a bordo será de 300 GB, para poder acumular los datos ante imposibilidades puntuales de transmisión a La Tierra.

Por otro lado, tenemos la misión Juice, que pretende explorar las lunas heladas de Júpiter, estudiando la posibilidad de que contengan agua sólida en sus superficies y la composición de su atmósfera. También analizará el campo magnético generado por su anfitrión, el planeta de mayor volumen de nuestro sistema solar, que en cierta medida es similar al de La Tierra, y puede aportar otras teorías sobre su generación y la constitución de su núcleo interno.

La carambola espacial que se propone para Juice, si su lanzamiento se reraliza en abril de 2023, como está previsto, le hará pasar dos veces por el cinturón de asteroides existente entre Marte y Júpiter, así como varios vuelos impulsivos o asistencias gravitacionales (flyby) entre La Tierra y otros cuerpos celestes (La Luna, Venus y Marte). Se espera que su último retorno a La Tierra ocurra en 2029, y llegue a su destino en julio de 2031. En ese momento, entrará en una órbita circular para estudiar el sistema de lunas de Galileo (se estudiarán Ganímedes, Calisto y Europa; la luna Io queda excluida de la misión, puesto que es un sistema vulcaniano y no helado). Al final de su vida, la sonda empezará una maniobra de inclinación para estudiar los polos magnéticos del gran planeta gaseoso. De hecho, se puede ver la maniobra de forma animada haciendo clic aquí.

Los instrumentos de este satélite de exploración son muchos y muy diversos: JANUS, MAJIS, UVS, SWI, GALA, RIME, J-MAG, PEP, RPWI, 3GM y PRIDE. Los tres primeros, son sistemas de visión (cámaras) en distintas longitudes de onda para estudiar las superficies de cada satélite y del planeta, mientras que los demás, son instrumentos específicos para mediciones concretas: Espectómetros, rádares y altímetros láser para estudiar la atmósfera, la gravedad, la interacción con las ondas de radio y la profundidad del hielo, así como diversos magnetómetros ultrasensibles para hacer un mapa preciso del campo magnético joviano, y cómo afecta éste a sus satélites.

Justamente, este último instrumento es el que más problemas ha dado a la hora de diseñarlo, desarrollarlo y probarlo en la tierra, ya que está montado sobre una pértiga de 10.5 metros de longitud para que la interacción de la propia electrónica del satélite no perturbe la ultrasensibilidad del magnetómetro en la punta.

Para su prueba y puesta a punto, que ha sido llevado a cabo por SENER en España, se tuvieron que utilizar globos de helio para “neutralizar” la fuerza de la gravedad terrestre que no estará presente durante el despliegue en la órbita de Júpiter, así como una sala limpia que pudiera albergar todo el cuerpo del instrumento sin comprometer el experimento.

Una vez que JUICE termine la fase final de su calificación, se encontrará a bordo de un barco dirección a la Guayana Francesa. Le deseamos tanto a él como a todos sus hermanos la mejor de las venturas y esperamos (¡deseamos!) que llegue a buen puerto para poder continuar con la conquista espacial y desvelar los muchos secretos que aún nos esperan. Y si, además, podemos asistir como público a su lanzamiento, pues mucho mejor.

 

Kourou spaceport, French Guayana

 

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