El cambio climático convive con nosotros. El aumento de las temperaturas ya está dejando a algunos aviones en tierra. El pasado verano, por ejemplo, un gran número de vuelos regionales tuvieron que ser cancelados en Arizona por superarse los 48ºC máximos recomendados para este tipo de aeronaves.
El cambio climático suele sonar a algo todavía lejano, pero es evidente que ya está afectando al transporte aéreo.
Sin llegar a las cancelaciones, el incremento de las temperaturas afectará al peso máximo al despegue de las aeronaves. A temperaturas superiores disminuye la densidad del aire, reduciendo la sustentación, por lo que las aeronaves necesitarán mayores longitudes de pista para alcanzar las velocidades de despegue necesarias. En los aeropuertos en los que la longitud de pista sea insuficiente será necesario reducir el peso de la aeronave, bien en forma de combustible o de pasajeros. Se estima que estas reducciones de peso pueden alcanzar el 4% dependiendo del tipo de aeronave, la longitud de pista, la elevación de esta y la temperatura real.
En el futuro, se prevé que entre el 10 y el 30% de los vuelos anuales que vuelen en las horas de mayor temperatura del día puedan sufrir algún tipo de restricciones. Esto es algo que ya se está haciendo en los días más calurosos en el Aeropuerto de London City.
Así, por ejemplo, en el aeropuerto de Denver, que cuenta con 6 pistas de vuelo con una longitud máxima de 4.877 metros, un Boeing 777-300 tendría que reducir el 5% de la carga de pago durante el 53% de los vuelos que se produzcan en las horas más calurosas del año. Esto implicaría que el 18% de los pasajeros no podría volar, con el consiguiente perjuicio para la experiencia del pasajero, así como el importante impacto económico que supondrá para las compañías aéreas. La solución implicaría construir pistas de vuelo cada vez más largas, pero esto no siempre es posible en aeropuertos ya existentes.
También el aumento de la intensidad en las precipitaciones y su frecuencia provocará retrasos al ser necesario incrementar la separación entre aeronaves en vuelo lo que provocará una reducción de la capacidad de los aeropuertos. Un aumento generalizado y sostenido de las precipitaciones obligará, asimismo, a revisar la capacidad de los sistemas de drenaje para verificar si podrán hacer frente a precipitaciones de mayor intensidad y evitar la inundación de las pistas y plataformas.
Considerando que las precipitaciones sean en forma de nieve, además será necesario capacitar a los aeropuertos de mayores áreas de deshielo de aeronaves para evitar retrasos en los despegues.
Se prevé además que el cambio climático provoque cambios en la rosa de los vientos característica de algunas regiones. Como las pistas se construyen en la dirección del viento predominante, estos cambios pueden provocar el aumento de vientos cruzados, provocando principalmente el aumento de número de maniobras aterrizaje abortadas e incluso necesidad de desviar vuelos a otros aeropuertos. Como resultado, sería necesario modificar los procedimientos y rediseñar el espacio aéreo con el consiguiente impacto en la huella de ruido en la zona circundante del aeropuerto.
En cuanto al incremento del nivel del mar, los expertos establecen unas previsiones de entre 0,5 y 2,0 metros para este siglo. Esto puede suponer la inundación permanente de muchos aeropuertos situados en la proximidad de las líneas costeras, así como las inundaciones temporales provocados por las mareas y tormentas.
Dado que la mitad de la población mundial vive a menos de 60 Km del mar y tres cuartas partes de las grandes ciudades se localiza en la costa, muchos de los aeropuertos internacionales más grandes del mundo están localizados casi a nivel de mar. Así el aeropuerto de San Francisco está a 4m sobre el nivel del mar, y Ámsterdam Schipol o Bangkok a 3m.
En Europa, alrededor de 34 aeropuertos principales se encuentran en las zonas de inundación de costas o ríos.
Avinor, propietaria y operadora de 46 aeropuertos de Noruega, ha decidido que todas sus futuras pistas se construirán al menos a 7 metros sobre el nivel del mar, en un claro ejemplo de operadores teniendo en cuenta los previsibles efectos que el cambio climático puede provocar en los aeropuertos.
Otro ejemplo concreto de este problema lo encontramos en las instalaciones y pistas de aterrizaje generales en el Aeropuerto Internacional de Oakland. Podrían verse inundadas por las mareas diarias con un aumento del nivel del mar de tan solo 40 cm, lo cual se encuentra dentro del rango de la mayoría de las proyecciones de mediados de siglo. Además, los eventos de tormentas que se suman a los 40 cm de aumento del nivel del mar podrían volver intransitables las principales vías de acceso de algunos aeropuertos.
De acuerdo con los estudios realizados por la San Francisco Bay Conservation & development Comminssion, el nivel del mar en la bahía de San Francisco alcanzará las 24 pulgadas (60cm) en el año 2050. Este incremento produciría la inundación de la práctica totalidad del aeropuerto tal y como puede observarse en su web (ver aquí).
Claramente, no hay una solución única para resolver el problema de la inundación de los aeropuertos por el aumento del nivel de las aguas y cada situación tendrá que ser analizada y evaluada en su contexto específico.
En resumen, las implicaciones del cambio climático en los aeropuertos afectarán a pasajeros, compañías aéreas, habitantes de las áreas cercanas y a operadores. Por tanto, es necesario empezar a plantear posibles soluciones para cada aeropuerto. O abordar de forma rigurosa y decidida cuantas medidas estén en nuestras manos para reducir de verdad las emisiones de CO2 y que no sigamos aumentando el problema.