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Medio ambiente y desarrollo aeronáutico

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Luis Perez

AERTEC / Information Technology

 

“El mundo es un lugar peligroso. No por causa de los que hacen el mal, sino por aquellos que no hacen nada por evitarlo”. Con esta frase, Albert Einstein puso de manifiesto su convencimiento de que el medio ambiente es responsabilidad de todos. Y el sector aeronáutico no es una excepción en esta materia.

Cada vez más, el ser humano busca la eficiencia en todo lo que hace. Buena prueba de ello es que un porcentaje creciente de los coches que se fabrican ya son híbridos, o incluso eléctricos. Gobiernos de todo el mundo también están poniendo de su parte mediante el fomento de la utilización de productos reciclados, del uso de motores más eficientes y menos contaminantes, así como proporcionando una mayor importancia a las energías renovables. En el campo de los coches eléctricos, ya hay diversos modelos e incluso marcas especializadas, como es el caso de Tesla.

El respeto por el medio ambiente está presente en todos los estamentos de la industria aeronáutica, desde el diseño hasta la explotación de las aeronaves.

Asumimos que el mundo de la aeronáutica está en continuo crecimiento, lo que se evidencia en un incremento de la construcción de aeronaves, tanto comerciales como militares, así como en un número de pasajeros en permanente aumento. Fabricantes e ingenierías aeronáuticas destinan cada vez más recursos a sus programas de I+D orientados al desarrollo de mejoras en la contaminación acústica generada por las turbinas de los aviones, a reducir las emisiones de gases a la atmósfera (dióxido de carbono, óxido nítrico, dióxido de nitrógeno, entre otros) o a la empleabilidad de materiales más ligeros en sus aviones, por poner varios ejemplos. Y sin olvidar la contaminación generada por los propios aeropuertos, desde la calefacción, que todavía en algunos países funciona con calderas de carbón o gasoil, los residuos generados por todos los servicios instalados en él o las emisiones procedentes de los vehículos que se utilizan para transportar las maletas, al staff o a los pasajeros.

¿Cómo ha abordado el mundo de la aeronáutica el tema de la contaminación? Datos esclarecedores pueden ser que desde hace 40 años hasta nuestros días, los aviones son un 70% más silenciosos y consumen un 70% menos de combustible, una reducción más que significativa.

Pero todos los estamentos implicados en el sector aeronáutico no se conforman con eso, sino que ya han propuesto soluciones a corto, medio y largo plazo. Una de ellas es la optimización de los horarios de las líneas aéreas y las frecuencias de vuelos, En otras palabras, que no se realicen tantos vuelos hacía un mismo destino y que en dichos vuelos se minimice el número de asientos vacíos.

Otra solución que se ha propuesto es la reducción de la altitud de crucero de los aviones civiles, lo que reduce las estelas de vapor de agua. Pero tiene una desventaja y es la quema de combustible, ya que los aviones a reacción son menos eficientes a altitudes inferiores.

Otra medida que está encima de la mesa es la utilización del etanol (procedente de biomasa) en aviones de pistón/hélice para reducir su huella de carbono. Este alcohol puede ser extraído a partir de celulosa contenida principalmente en los desechos agrícolas, urbanos o forestales. Su utilización se extendió gracias al Protocolo de Kyoto. Ahora bien, procurando que su origen sean residuos orgánicos y sin caer en la tentación de dedicar grandes extensiones a monocultivos dedicados a este fin, lo que llevaría a otros problemas ambientales.

Existe un proyecto europeo bastante ambicioso en lo que al medio ambiente se refiere, denominado CleanSky, donde, entre sus numerosas líneas de trabajo, hay una que se centra en investigar el diseño de las futuras aeronaves con la mirada puesta en que sean más respetuosas con el medio ambiente. Desde el punto de vista de los fabricantes de aeronaves, la eficiencia es una prioridad, aunque teniendo presente que en estos casos también el criterio de la rentabilidad es más que evidente.

Como ejemplo de esta tendencia, tenemos el de los aviones de gran tamaño pero preocupados por la eficiencia y por el medio ambiente. Es el caso del modelo A380 de Airbus, que usa menos de 3 litros de combustible por pasajero a los 100 kilómetros (con plena ocupación), el menor consumo conseguido hasta la fecha. Otros modelos como el A350 de Airbus o el Boeing 787 Dreamliner hacen gala de un uso extendido de los materiales compuestos, lo que redunda en un peso menor para la aeronave y, consecuentemente, menor consumo de combustible.

También vivimos una obsesión permanente por que los aviones sean cada vez más eléctricos, aplicando en los actuales el ya longevo concepto “fly-by-wire” hasta límites insospechados hace tan solo unos pocos años.

En definitiva, pensar en el medio ambiente es cada vez más una prioridad para diseñadores, ingenieros, fabricantes, operadores y gestores del sector aeronáutico. Todos somos conscientes de que es una apuesta segura y que cada paso que demos, por pequeño que sea, suma en una misma dirección. Volviendo al pensamiento de Albert Einstein, podemos estar tranquilos de que este sector, el aeronáutico, trabaja para que nuestro mundo sea cada vez más desarrollado, pero también más habitable para las generaciones futuras.

 

 

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