Uno de los condicionantes que más solemos tener presente en el momento de viajar es el tiempo. Y no solo se trata de prever cómo va a ser nuestra estancia en el destino elegido, sino de evaluar las dificultades con las que nos podemos encontrar hasta llegar. Cuando llega el invierno, los riesgos asociados a los desplazamientos aumentan debido a la mayor frecuencia e incidencia de la meteorología adversa. Entre los fenómenos más destacados inherentes a esta estación están la nieve, el hielo y la niebla.
Uno de los objetivos de los gestores de las infraestructuras de transporte es que la posible incidencia de cualquiera de estos meteoros sea lo menor posible. Para ello se diseñan planes de actuación que se actualizan regularmente y que contemplan las acciones y los recursos que se deben emplear en cada caso.
En el transporte aéreo, los aeropuertos constituyen un punto clave debido a su enorme extensión expuesta y a la cantidad de operaciones que se concentran en ellos. En esta infografía hemos recogido algunos planteamientos básicos que se suelen tener en cuenta en los aeropuertos a la hora de afrontar su estrategia frente a los fenómenos adversos invernales.
A partir de ahora, cuando viaje en invierno, incluso en las condiciones más difíciles, piense que ya hay alguien que está trabajando para que su desplazamiento aéreo sea lo más seguro y plácido posible.
