Cada día, algo más de 12 millones de personas vuelan en avión en todo el mundo. Es una cifra muy significativa que repercute directa e indirectamente en muchos sectores de la sociedad, generando una cifra considerable de empleo y negocio.
Todos esos pasajeros se mueven entre los más de 42.000 aeropuertos y aeródromos que existen en el mundo, la mitad de ellos con una actividad comercial regular. Esto implica la existencia de una serie de conceptos, normas, protocolos o procedimientos comunes que permiten llevar a cabo esta actividad de forma eficiente y segura.
Pasajeros y profesionales del transporte aéreo utilizan códigos para denominar los aeropuertos y simplificar su identificación. Conoce cómo son.
Uno de los aspectos a tener en cuenta dentro del conjunto de informaciones que manejan los pasajeros, es el de la denominación de los aeropuertos.
El nombre del aeropuerto, ese por el que lo conocemos habitualmente, no tiene un criterio técnico determinado. Suele responder, en primera instancia, a su toponimia local o regional, aunque en la mayoría de los casos viene acompañado del nombre de alguna persona ilustre del lugar o de alguna referencia histórica. Por razones políticas, culturales o sociales, a veces cambia el nombre del aeropuerto o se le añade una coletilla que termina por crear denominaciones francamente poco usables.
A lo largo del siglo XX, una vez que el transporte aéreo ya se auguraba como una actividad relevante y con mucho desarrollo en el futuro, surgieron dos organizaciones que intervinieron en varios importantes cambios:
Por un lado, la IATA, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, creada en 1919, como instrumento para la cooperación entre aerolíneas, que tenía entre sus principales objetivos la promoción de aspectos clave como son seguridad, fiabilidad, confianza y economía en el transporte aéreo.
Por otro lado, la OACI, la Organización de Aviación Civil Internacional, que se creó en 1944 (Convenio de Chicago) como una agencia especializada de la Organización de las Naciones Unidas. Sus fines y objetivos son el desarrollo de los principios y técnicas de la navegación aérea internacional, establecer principios comunes de desarrollo de la actividad y fomentar la organización y el desenvolvimiento del transporte aéreo en todo el mundo.
En el año 1947, al tiempo que tras la finalización de la segunda guerra mundial ya se percibía un incremento importante y sostenido del transporte aéreo, la IATA propuso estandarizar para fines comerciales la nomenclatura de los aeropuertos mediante un código de tres letras y facilitar así los procesos de reserva de vuelos, identificación de los billetes, horarios de vuelos o sistema de gestión de equipajes.
La finalidad era que el tráfico aéreo fuese más eficiente, técnicamente más controlado en ciertos aspectos de su funcionamiento y cómodo para todos los trabajadores del sector y pasajeros.
Cuando miramos nuestra tarjeta de embarque, los aeropuertos de origen y destino suelen estar muy visibles con sus códigos IATA, formados por tres caracteres, los cuales a veces podemos tener la sensación de que es aleatorio o caprichoso. Pero en realidad, no es así.
En la mayoría de los casos, el código se forma con una combinación de letras correspondientes a la gran ciudad o área metropolitana a la que sirve el aeropuerto.
Cuando es posible, se toman las primeras tres letras del nombre de la ciudad principal a la que pertenece el aeropuerto. Esta designación, la más intuitiva, es la que podemos ver en los casos de Madrid (MAD), México (MEX), Guatemala (GUA), Amsterdam (AMS) o Viena (VIE).
Pero no siempre va a ser tan sencillo. En otras ocasiones, se usa una combinación de letras que están contenidas en el nombre de la ciudad, aun no siendo las tres primeras, como son los casos de Ibiza (IBZ), Santiago de Cuba (SCU), Chihuahua (CUU), Praga (PRG) o Florencia (FLR). Esta combinación, a veces no incluye la primera letra, como son los casos de Quito (UIO), Cork (ORK), Almería (LEI) o Marrakech (RAK).
A veces, el código incluye una letra adicional aleatoria que nada tiene que ver con el nombre, como son los casos de Los Ángeles (LAX), Sevilla (SVQ), Birmingham (BMX), Málaga (AGP), Dubai (DXB) o Calgary (YYC).
Hay ocasiones en la que los aeropuertos toman el nombre de la localidad más pequeña, barrio o zona donde están ubicados. Son los casos de Ezeiza, en Buenos Aires (EZE) o de Orly, en la región de París (ORY).
Finalmente, hay aeropuertos cuyo código proviene de las iniciales de la persona ilustre que le da nombre. Tenemos algunos casos relevantes en los casos del Aeropuerto John F. Kenedy, en Nueva York (JFK), o el de Charles de Gaulle, en París (CDG).
Dado que se pretende que cada aeropuerto tenga un identificador único, cuando no es posible crearlo de alguna de estas formas, se recurre a alternativas como combinar letras de la ciudad y el país, añadir una letra adicional que nada tiene que ver, o incluso se puede recurrir a nombres singulares. Entre estos últimos es especialmente llamativo el caso del aeropuerto de Jerez, en España, cuyo código es XRY, que hace referencia al vino típico de la zona, el jerez, xerry o sherry.
Otro caso curioso es el aeropuerto de la ciudad de San Sebastián, ubicado en el municipio de Hondarribia, pero que su código IATA es EAS, que proviene de Easo, el nombre que tuvo la ciudad hace dos siglos.
En última instancia, lo que se trata de conseguir con esto es facilitar la identificación de los aeropuertos comerciales. En la actualidad hay unos 20.000 códigos IATA, de los que algo más de un centenar están repetidos, aunque suelen ser pequeños aeródromos con poca relevancia y sin conexiones importantes.
Por su parte, los códigos OACI están formados por cuatro letras y su cometido está más orientado al uso por parte de los profesionales aeronáuticos. Son fundamentales para la gestión de las operaciones de vuelo, el control de tráfico aéreo o la planificación de las rutas.
La formación de estos códigos es más técnica, también obedecen en casi su totalidad a la ubicación geográfica del aeropuerto pero tienen la especial característica de que no existen códigos duplicados.
La primera de las letras identifica la región, un grupo de países o países especialmente grandes: Son los casos de Europa del sur (L), Europa centro-norte (E), Canadá (C), Estados Unidos (K), África del sur (F), América del sur (S), etc.
La segunda letra hace referencia al país, que suele corresponder a su inicial, salvo contadas excepciones.
Finalmente, las dos últimas letras identifican la ciudad a la que pertenece el aeropuerto.
En los casos en los que el aeropuerto carezca de código OACI, se utiliza ZZZZ en general para su denominación.
Los códigos OACI son los más utilizados por los profesionales que se dedican al transporte aéreo y la navegación, esencialmente porque no hay posibilidad de duplicados. Por su parte, los códigos IATA son los que usamos los pasajeros habitualmente para saber si estamos en la ruta correcta o no.