La descarbonización de la aviación es un objetivo asumido por todo el sector aeronáutico y que afecta a todas sus facetas. Desde el avance hacia diseños más eficientes de las infraestructuras, procedimientos y servicios aeroportuarios, hasta la optimización del diseño de aviones y propulsores, pasando por una gestión más eficaz de las rutas aéreas, todo suma para llegar a ese objetivo.
Sin embargo, debemos ser conscientes de que se trata de un reto global y complejo, con muchas implicaciones económicas y sociales, motivo por el que no podemos abordarlo con soluciones simples, locales o de interés meramente político/ideológico.
En los últimos años, el sector aeronáutico ha conseguido reducir por sí mismo su huella de carbono mucho más que con cualquier medida externa que se le ha querido imponer.
En este sentido, una de las iniciativas que se han planteado en los últimos tiempos es la relativa a la supresión o reducción de los vuelos de corta distancia. Se trata de una medida vistosa, pero más simbólica que efectiva. Si se analiza con cierto rigor, muestra muchas carencias y, sobre todo, no resuelve el problema de fondo.
El país pionero en asumir este tipo de medidas fue Francia. En el contexto de la Ley del Clima de 2021 se incluyeron disposiciones para desalentar los vuelos de corta distancia en favor de alternativas más sostenibles como el ferrocarril. Una de las medidas clave era la prohibición de vuelos domésticos en los casos en los que exista una alternativa en tren de menos de 2,5 horas. Sin embargo, esa ley contempla excepciones para vuelos que conecten con aeropuertos internacionales o en casos de «conexión de territorios». Aun tratándose Francia de un país con una infraestructura de transporte muy completa y vertebrada, la realidad es que esta medida solamente afectó a tres trayectos, que suponían el 2,5% de los vuelos internos, y que representaban un 3% de los pasajeros. A efectos de emisiones de carbono, la reducción fue testimonial (0,9%). De hecho, esa cifra está muy por debajo de lo que el propio sector aeronáutico consigue reducir anualmente por la vía de la innovación, el desarrollo y las buenas prácticas.
A continuación, ha habido otros países que han hecho propuestas similares, entre ellos Suecia, Austria, Canadá o Nueva Zelanda. El avance de la medida ha sido desigual en todos ellos.
A la hora de abordar este tipo de iniciativas, hay que tener presente que los vuelos de corta distancia tienen efectos económicos y sociales positivos en las regiones que sirven, que también es necesario contemplar:
Impacto positivo en el turismo: Los vuelos de corta distancia facilitan el turismo al hacer que sea más fácil y rápido para las personas viajar a una región en particular. Esto incide directamente sobre la economía ligada a alojamientos, restauración, actividades recreativas y comercio local.
Conectividad empresarial más igualitaria: Este tipo de vuelos facilitan los viajes de negocios y la cooperación empresarial, permitiendo que las personas se desplacen rápidamente entre ciudades y regiones. Esto conlleva inversión, comercio y colaboración entre empresas de todo el territorio, que son factores esenciales para impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo.
Economía de nicho: Los aeropuertos que sirven vuelos de corta distancia son en sí mismos, centros de actividad económica, desarrollo regional y generación de empleo en los servicios asociados a la aviación.
Acceso eficaz a mercados globales: Los vuelos de corta distancia mejoran el acceso de las empresas locales y su competitividad en un mercado más amplio al facilitar la movilidad, el transporte de mercancías y la participación en eventos comerciales internacionales.
De igual forma, la eliminación o reducción de los vuelos de corta distancia puede implicar costos (económicos, laborales, sociales…) tanto directos como indirectos, que casi nunca se mencionan. Hablemos de algunos de ellos:
Las aerolíneas, por ejemplo, pueden incurrir en costos directos debido a la pérdida directa de ingresos por la reducción o eliminación de vuelos de corta distancia. Además, deberían reorganizar sus estructuras y flotas para adaptarse a nuevas rutas y las regulaciones y políticas que desalienten los vuelos de corta distancia. Esto puede suponer para el ciudadano un incremento directo en el precio de los billetes.
Disponer de una alternativa real a los vuelos de corta distancia puede requerir inversiones en proyectos de infraestructura ferroviaria u otros medios de transporte alternativos para garantizar que existan opciones viables y atractivas para los pasajeros. No perdamos de vista que todo ello conlleva otros impactos igualmente.
La reducción de los vuelos de corta distancia puede tener también un impacto negativo en el turismo y la economía local de las regiones afectadas, especialmente si esos vuelos son una parte importante de la conectividad aérea de la región o si dependen en gran medida del turismo doméstico.
Reducir los vuelos de corta distancia también podría afectar a los empleados del sector aéreo, directos e indirectos, lo que podría requerir programas de reconversión de la fuerza laboral o medidas de apoyo para aquellos que pierdan sus empleos como resultado de la disminución de la actividad.
En definitiva, se debe asumir que, si bien reducir los vuelos de corta distancia puede tener algunos beneficios ambientales y económicos a largo plazo, también puede implicar impactos y costos significativos, tanto para las aerolíneas como para las regiones afectadas.
La realidad es que el sector aeronáutico ya lleva muchos años trabajando por sí mismo para conseguir el objetivo de cero emisiones en 2050. Reducir las emisiones de carbono en la aviación es un desafío complejo que requiere enfoques multifacéticos y colaborativos, mucho más allá que las medidas vistosas pero ineficientes.
De hecho, con el objetivo de la descarbonización ya se ha avanzado, y mucho, en algunos aspectos clave del sector:
Una inversión significativa en investigación y desarrollo de tecnologías más eficientes y limpias para aeronaves ha conseguido ya una reducción relevante de las emisiones de carbono. Esto incluye el desarrollo de aviones más ligeros, con una aerodinámica más avanzada y propulsados por motores más eficientes.
La optimización de rutas y operaciones es otra vía interesante. La mejora de la eficiencia operativa de las aerolíneas reduce el consumo de combustible y, por lo tanto, las emisiones de carbono. Esto puede lograrse a través de la optimización de rutas, el uso de tecnologías de navegación más avanzadas, la gestión eficiente del tráfico aéreo y la implementación de prácticas de operación más sostenibles.
Los biocombustibles de aviación, producidos a partir de fuentes renovables como cultivos agrícolas, desechos orgánicos o algas, reduce de forma sensible las emisiones de carbono en comparación con los combustibles fósiles.
No hay que dejar de mencionar la modernización de la infraestructura aeroportuaria, incluida la implementación de sistemas de energía renovable, la optimización de la gestión de flotas y la mejora de la eficiencia energética de los edificios y equipos.
La implementación de impuestos sobre el carbono, regulaciones de emisiones y otros mecanismos económicos están ayudando adicionalmente a incentivar a las aerolíneas a reducir sus emisiones de carbono y adoptar prácticas más sostenibles. Hablamos de la fijación de límites máximos de emisiones, el establecimiento de estándares de eficiencia de combustible o la promoción de la inversión en tecnologías limpias.
Finalmente, no hay que dejar de mencionar la necesidad de abordar criterios claros de planificación intermodal en los transportes que incluyan el fomento de alternativas sostenibles.
En resumen, reducir las emisiones de carbono en la aviación requiere una combinación de enfoques tecnológicos, operativos, regulatorios y de políticas que aborden tanto las emisiones de las aeronaves como la infraestructura y las operaciones asociadas con la industria de la aviación.
Reducir o eliminar los vuelos de corta distancia es una medida que ya está superada por las propias acciones del sector y que, además, conlleva ciertos peajes que es necesario conocer. Y es posible que no muchos ciudadanos estén dispuestos a asumirlos si se les explica realmente su significado.