El lugar del avión que mejor conoce el pasaje es sin duda la cabina. En ella transcurre todo el trayecto y de la misma se espera que sea cómoda y agradable para el pasajero. A estos preceptos se suma que sea espaciosa, lo suficiente como para alojar la carga de cabina, así como para permitir el movimiento de la tripulación y de los propios pasajeros. En último lugar y no por ello menos importante, la cabina debe ser segura, tanto en términos estructurales como ambientales, más si cabe con nuevos desafíos que surgen, como puede ser el de la seguridad sanitaria.
Además de la eficiencia, la ergonomía y el confort del pasajero son aspectos en los que los fabricantes aeronáuticos invierten muchos recursos y grandes dosis de imaginación.
Por todo lo anterior, los fabricantes de aeronaves están en una búsqueda constante de mejoras para este espacio. Un reto recurrente es el aumento de la eficiencia en la ocupación de la cabina y lograr al mismo tiempo un mayor confort del pasajero, invitándolo así a repetir la experiencia de vuelo.
Como se ha comentado, uno de los aspectos más importante en el diseño de la cabina es el aprovechamiento de espacio. Con el paso de los años, la evolución de los materiales hace viable el diseño de asientos menos voluminosos, pero igualmente resistentes, los cuales permiten aumentar el espacio disponible para cada pasajero, manteniendo o incluso mejorando el confort que ofrecen los mismos.
Esto también se consigue gracias al diseño de asientos de distinta geometría. Algunas aerolíneas, especialmente para vuelos de poco rango, analizan distintas propuestas para que el pasajero adopte una postura más erguida, lo que abre la puerta a la inclusión de filas adicionales de asientos dependiendo del modelo.
Por otro lado, se encontrarían los diseños que plantean nuevas reorganizaciones del espacio en cabina, como puede ser la colocación de filas de asientos enfrentadas entre sí con una mesa entre ellas, similares a las que se pueden encontrar en otros medios de transporte, como el tren. Una alternativa a esta idea es la instalación de una mesa larga que atraviese la cabina longitudinalmente, con asientos opuestos a ambos lados, cuyas posiciones se podrían reservar como si de una nueva clase tipo business se tratara.
El extremo en este sentido se encuentra en la instalación de asientos de geometría reconfigurable entre escalas. Estos asientos, situados sobre raíles, están ideados para poder plegarse y quedar acoplados entre sí, maximizando el espacio disponible según los vuelos y la ocupación de estos.
Otro enfoque muy importante en el diseño de las cabinas del futuro es el que busca mejorar la experiencia del pasajero. Una forma de conseguir esto es mediante la modificación del entorno de la cabina.
Esto se puede lograr con la instalación de un mayor número de ventanas o el aumento del tamaño de estas, con las que se pretende ofrecer una mayor visión del exterior, tal y como se puede comprobar en el diseño presentado por Airbus con su visión de diseño para el año 2050. Conceptos como este, que podían suponer un reto hace décadas, hoy día son posibles gracias a los avances en el diseño estructural y la mejora de la eficiencia de los materiales utilizados en los aviones.
Para los que abogan por una solución con un enfoque más virtual, algunos fabricantes plantean la posibilidad de instalar ventanas digitales. Con el uso de pantallas que recubrirían en mayor o menor medida el interior de la cabina se pretende ofrecer una vista idéntica a lo que se vería a través de un cristal, lo que además permitiría la proyección de contenido multimedia al pasaje.
En aquellos casos en los que se persigue proporcionar una experiencia de lujo, el abanico de opciones disponibles es mucho más amplio, donde caben la instalación de mobiliario de diversa índole para la mejora en la calidad del vuelo. Desde pantallas, neveras y mesas individuales hasta sillones y camas para los viajeros.
Llegados a este punto, cabe mencionar que existen ideas más excéntricas, como pudieran ser los diseños de cabina que imitan a los famosos hoteles cápsula, en los que cada pasajero ocuparía un espacio cerrado dentro del avión donde viajaría tumbado.
Si bien esta opción ofrece más espacio al pasajero que un asiento convencional y resulta una opción cómoda para dormir en vuelos de largo alcance, la idea puede verse afectada con el desarrollo de nuevos modelos supersónicos que acorten la duración de las rutas más largas existentes actualmente.
En cualquier caso, todas las soluciones ya mencionadas pueden ser implementadas de forma parcial en cabinas de diseño mixto, del mismo modo que hoy día conviven distintas clases de asientos en un mismo vuelo. La implantación de cada una de ellas dependerá en gran medida, tal y como se ha comentado, del tipo de avión en uso, de la ruta habitual que cubra y del tipo de pasajero que suela utilizarla.
De un modo más global, considerando a toda la cabina en su conjunto, existen soluciones como la cabina modular, diseño que fue patentado por Airbus hace unos años. Esta propone el uso de cabinas con la capacidad de desacoplarse del resto del avión una vez en tierra, para acto seguido acoplar una cabina ya lista para despegar. De esta forma se reducirían tiempos de escala, permitiendo además que durante las paradas sea más fácil reconfigurar dichas cabinas, usando para ello algunas de los avances ya mencionados.
A estos diseños físicos se suman nuevos desafíos, como los surgidos a raíz de la aparición del CoVid-19 y con los que se persiguen mantener una cierta separación entre pasajeros.
Algunas de estas propuestas se harán realidad en los próximos años. Es indudable que los fabricantes apuestan por ello, como se puede ver en los diseños que ya están presentando para las próximas décadas. Tal y como ocurrió con los dispositivos de punta de ala, conocidos como winglets o sharklets (según la compañía que los instale), cada uno implantará unos diseños u otros según sus modelos. Lo que está claro es que antes de que nos demos cuenta podremos disfrutar como pasajeros de las ventajas de algunas de estas cabinas del futuro.