Llegó el tiempo de Navidad y, como en cualquier otra época de vacaciones, ¿quién no se va de viaje?
Muchas personas optan por el avión. Es el medio más rápido y fiable para los desplazamientos medios y largos. Sin embargo es recomendable preparar y tener en cuenta una serie de cosas antes de embarcar en un avión. Se trata de pequeños trucos y recomendaciones que nos vendrán muy bien a la hora de emprender un vuelo.
Antes que nada, hemos de tener presente que a algunas personas la idea de volar dentro de una cabina a treinta mil pies de la tierra les genera ansiedad e inseguridad. En este sentido, hay que ser conscientes de que se trata del medio de transporte más seguro de cuantos disponemos en la actualidad. Tanto los estándares de mantenimiento y revisión de las aeronaves como la formación y experiencia de la tripulación de cabina se encuentran entre los procedimientos más exigentes de cualquier medio.
Muchas veces es, precisamente, la desinformación sobre el mundo aeronáutico y todos los pasos previos necesarios para que un avión inicie el vuelo lo que provoca parte de esos miedos. En este sentido, el primer consejo es informarse de todos estos detalles, lo que les ayudará a iniciar el viaje con mayor confianza. No obstante, para casos extremos también hay empresas especializadas en tratar el miedo a volar, con un índice de éxito contrastado.
Y, entrando en materia, algunas de las recomendaciones para realizar un vuelo cómodo son:
- La humedad relativa del aire en la cabina de un avión es de aproximadamente un 20%, lo cual es muy bajo comparado con el 40-70% de un edificio normal. Por ello es recomendable ingerir líquidos (evitando té o café) para mantenernos hidratados.
- Según las estadísticas, la mayoría de los pasajeros se mantienen sentados en su asiento durante la totalidad del viaje, por lo que hay que llevar ropa cómoda que no apriete y que permita libertad de movimientos en un espacio reducido.
- En este sentido, e independientemente de la duración del trayecto, hay que procurarse de una cierta movilidad, ya sea mediante pequeños ejercicios en el propio asiento, moviendo pies, piernas, espalda, cuello, o dando un paseo por la cabina cada 2 horas en viajes largos.
- Aunque las cabinas estén presurizadas, el cambio de la presión en la atmósfera afecta directamente a la trompa de eustaquio bloqueándola y generándonos una gran molestia. Podemos ayudar a solventar este efecto masticando un chicle o caramelo o abrir mucho la boca seguidamente (bostezando).
- Los aviones pueden temblar o hacer movimientos bruscos al atravesar zonas de inestabilidad (turbulencias). El viento, a través del cual estaremos moviéndonos, no es otra cosa sino la circulación laminar de las partículas que hay en el aire. La turbulencia se produce cuando ese movimiento es desordenado y aparecen perturbaciones en forma de remolinos. Cuando se atraviesa una zona de nubes, por corrientes de viento muy fuertes o por variación brusca o muy brusca de la intensidad y dirección del viento llamada “cizalladura” o “Wind shear”. Por esto siempre recomiendan mantener el cinturón de seguridad abrochado durante el vuelo y no moverse del sitio. Si las turbulencias nos producen inquietud, lo más recomendable es que busquemos asiento entre las alas del avión, ya que es el lugar más estable.
- Antes de viajar, convendría hacer una copia de toda la documentación para usarla en caso de pérdida o robo de los originales. En cualquier caso si lo pierdes en algunos aeropuertos, presentando algún documento de identificación puedes conseguir una copia oficial provisional allí mismo o en la embajada.
- Lleva solo una maleta de cabina: Da igual la duración del vuelo y al sitio al que vayas, con el equipaje de mano evitas las larguísimas colas para facturar y su tiempo perdido. Para que entre todo en la maleta de la cabina, primero hay que hacer una lista de las cosas que nos queremos llevar siendo prácticos y eligiendo ropa que sea fácilmente combinable. Segundo, colocarlo todo a la vista, y una vez tengamos esto hecho hay que empezar a hacer el puzzle aprovechando bien las esquinas y todos los espacios, dejando para el final los zapatos, líquidos y aparatos electrónicos. Y recuerda siempre llevar puesto lo más voluminoso.
- Lleva menos de lo que necesitarás durante el viaje: Dependiendo si se trata de negocios o placer, traerás más cosas o menos, pero siempre se suele terminar haciendo alguna compra en los viajes y hay que traerlas de vuelta a casa. Para esto sería genial dejar un hueco reservado en la maleta para posibles adquisiciones.
- Mete las camisas o sedas en bolsas de tintorería: si te ves obligado a llevar camisas o ropa de tejido que se arrugue con facilidad, mételas en bolsas de tintorería para limpieza en seco, las cuelgas en la ducha y dejas correr agua caliente, el vapor estirará la prenda.
- Pesa y mide las dimensiones de tu maleta antes de ir al aeropuerto: Cada aerolínea tiene sus normas, y aunque a ti te parezca que tu maleta es diminuta quizás sobrepase los límites y te hagan facturar, aparte del coste adicional, perderás el tiempo de dejar y recoger la maleta de los aeropuertos.
- Elige un vuelo directo sin escalas: evitarás pérdidas de tiempo innecesarias, y evitarás que el siguiente avión se pueda retrasar.
- Haz frente al ‘jet lag‘: En los viajes largos, con cambio de zona horaria, un truquito sencillo para el cual hay que estar mentalizado es el de pensar en la hora del destino al que volamos y actuar en base a ella, así el impacto será menor.
Con estas recomendaciones seguro que haremos nuestro viaje un poco más agradable a todos los efectos.
Volviendo al inicio de este post, la seguridad aérea es la primera de las premisas que se considera en este sector y a la que se supedita cualquier decisión o actuación. Para que se ponga en la cabecera de pista un avión listo iniciar el vuelo, un importante equipo de técnicos, ingenieros, pilotos, tripulación y personal técnico de tierra realizan un importante seguimiento de todo tipo de procedimientos y medidas preventivas.
Finalmente, cada avión pasa por diferentes revisiones generales con diferentes grados de detalle: una diaria antes del primer vuelo, otra a las 100 horas de estar operando, otra cada 600 horas, después cada 18 meses y la llamada ‘Gran Parada’, cada cinco años o su equivalente, 30.000 horas de vuelo, donde el avión se desmonta por completo y se vuelve a montar revisando cada pieza por pequeña que esta sea.
Y si aún le queda alguna duda, el conocimiento, la experiencia y amabilidad de los pilotos y la tripulación de cabina son la mayor garantía para solventar cualquier duda que todavía pueda plantearse antes o durante el vuelo.
Buen viaje.