Una de las imágenes más conocidas de cualquier compañía aérea son sus TCP, comúnmente conocidos como auxiliares de vuelo. Son la cara amable que encontramos nada más llegar: ayudan al embarque y reciben a los pasajeros en cuanto pisan el avión, acompañándoles en todo el viaje y ofreciéndoles información, bebida y alimentación, pero la labor de los TCP va mucho más allá. Para obtener el título de cara a optar a este puesto de trabajo son necesarios unos conocimientos muy variados sobre aviación y las necesidades que puedan surgir en este contexto.
Ser tripulante de cabina de pasajeros es mucho más que ser la imagen de una compañía aérea.
Lo primero que deben aprender es el concepto de las aeronaves y poder identificar sus diferentes tipos, los principales componentes estructurales de las aeronaves, su configuración, equipamiento y principales instrumentos. Aprenden los conceptos básicos sobre aerodinámica y principios de vuelo, los movimientos y las actuaciones básicas de una aeronave y sus componentes para el control y la estabilidad. Son conocedores de los principales sistemas funcionales del avión, su localización y uso. Incluso reciben formación práctica de pilotaje para casos de emergencia.
Su preparación técnica pasa por conocimientos de navegación aérea, espacios aéreos, su clasificación y la funcionalidad de sus distintas áreas, así como las diferentes fases del vuelo (especialmente las críticas) y los métodos de actuación. Reciben formación en meteorología y sus efectos en cuanto a la aviación.
Están al día sobre las instituciones más relevantes para el personal de vuelo de aviación civil como la EASA, AESA, OACI; así como de las labores competentes de cada una y del convenio que enmarca la normativa sobre aviación civil internacional.
Aparte de estar informados sobre el contrato de transporte aéreo, las condiciones, la responsabilidad de las compañías y el seguro aéreo, estos trabajadores deben ser capaces de ayudar a resolver las incidencias médicas comunes durante el vuelo aplicando las medidas adecuadas con el material sanitario disponible a bordo en caso de ser necesario. Están entrenados para identificar los efectos fisiológicos del vuelo en las personas y deben ser capaces de ofrecer primeros auxilios en las emergencias médicas surgidas durante el vuelo: pautas de actuación en caso de asfixia (maniobra de Heimlich), maniobra de reanimación cardiopulmonar (RCP) básica y con desfibrilador, administración de oxígeno, tratamiento de fracturas, cortes o quemaduras, etc.
En caso de accidente aéreo son los que indican las pautas que se deben seguir, establecen la urgencia y selección de los heridos y su traslado. Otro requisito es tener conocimientos sobre conceptos relacionados con factores humanos y de gestión de recursos, que les ayuden a analizar los principales aspectos sobre fiabilidad, estrés, fatiga y la manera de combatirlos.
También son los responsables de velar por que los documentos y manuales pertinentes se encuentren actualizados con las modificaciones proporcionadas por el operador. Antes de cada vuelo convocan una reunión informativa donde se organizan las obligaciones y responsabilidades de cada miembro de la tripulación de cabina de pasajeros y se repasan los procedimientos en caso de emergencia.
Con respecto al transporte de mercancías peligrosas por vía aérea de acuerdo con las normativas vigentes, las identifican, toman las precauciones pertinentes y adoptan las medidas necesarias si se han ocultado en el equipaje de mano.
Se aseguran de que el equipaje y los elementos de servicio en la cabina de pasajeros se estiben de forma segura para evitar los riesgos que dichos elementos puedan suponer para los ocupantes al obstruir o dañar los equipos o las salidas de emergencia en el supuesto de que fuese necesario realizar una evacuación. Son los que cuidan de que se apliquen correctamente las pautas generales de actuación durante el aterrizaje, el amerizaje forzoso o la despresurización o en casos de supervivencia en entornos hostiles (zona polar, desierto, jungla y mar). Para ello, también realizan prácticas obligatorias de salvamento en medios acuáticos, dado que su labor fundamental es salvar la vida del pasajero en las situaciones más críticas.
A su vez, son los encargados de la seguridad frente a actos de interferencia ilícita y de aplicar las normativas vigentes tales como PNS, PNC y PNF (programas nacionales de seguridad, calidad y formación) que establecen las normas comunes y medidas detalladas para la seguridad en aviación civil.
Están formados en la lucha contra incendios. Deben ser capaces de abordar con rapidez emergencias que impliquen humo o fuego mediante el equipo de protección y la aplicación de agentes de extinción, circunstancias en las que aplicarán las pautas de actuación y las medidas pertinentes para su extinción o prevención; al tiempo que deben controlar con frecuencia zonas que constituyan un posible foco; por ejemplo, los lavabos.
Por tanto, ser tripulante de cabina de pasajeros es mucho más que ser la imagen de una compañía aérea. Un TCP pasa por una intensiva y rigurosa formación en primeros auxilios y salvamento y recibe también instrucción sobre conceptos de aviación e incluso pilotaje, ya que su principal misión no es otra que velar por la seguridad de todos y cada uno de los pasajeros.