Los sistemas aéreos pilotados remotamente (comúnmente llamados RPAS o también UAV) son herramientas que están actualmente en fase de evaluación y pruebas para apoyo en la extinción de incendios forestales.
Debido a sus características y a las propias del entorno en el que son empleadas acabarán siendo fundamentales e imprescindibles, de la misma forma que lo son desde hace decenas de años las Aeronaves de Comunicación y Observación (ACO). Esto es así simplemente porque ofrecen una integración perfecta en el complejo dispositivo antiincendios y han demostrado su incalculable ayuda.
Pero vayamos al principio…
Un incendio forestal es una carrera contrarreloj en la que el fuego compite contra los humanos. El primero corre y crece mientras encuentra alimento que devorar y el segundo hace lo posible por negarle al primero ese combustible a la vez que lucha para hacerlo más pequeño.
La mayor utilidad actual de los RPAS en un incendio es la vigilancia permanente, lo que minimiza el riesgo para las personas.
El fuego avanza mientras no haya nada que le impida hacerlo. Lo hace siguiendo las rutas y zonas de mejor propagación, que quedan definidas por el viento predominante del momento, que a su vez se superpone a la distribución del combustible vegetal y a la orografía. Estos dos elementos, en conjunto, son los que moldean su avance. Todos esos factores combinados hacen que el incendio se comporte de una forma que no siempre es predecible y a veces se vuelve hasta caprichosa.
Por este motivo es vital mantener una vigilancia continua sobre el incendio, para saber en tiempo real su evolución y localización geográfica exacta. Conocer estos dos parámetros permite situar los efectivos de extinción en las mejores localizaciones de ataque, aumentando su efectividad al mismo tiempo que se reduce al máximo el ya de por sí alto riesgo que corren dichos efectivos.
Pero ocurre algo curioso en esta carrera contrarreloj. De orto a ocaso (es decir, durante el día) los humanos luchan sin tregua sin perder de vista a la naturaleza y su entorno para definir bien cuál será su siguiente movimiento y adelantarse a ella. Pero de ocaso a orto (de noche) los medios aéreos de observación son obligados a retirarse debido a la enorme peligrosidad a la que se verían expuestas sus tripulaciones. Así que, en esta carrera, los humanos de repente nos quedamos cojos (o más bien ciegos) mientras que el fuego sigue corriendo a su ritmo y continúa cambiando de dirección, tamaño y virulencia según van fluctuando las condiciones que lo rodean.
Durante la noche, el control del incendio se reduce enormemente en términos de conocimiento/inteligencia, mientras sigue avanzando, cambiando, expandiéndose y contrayéndose.
A todo esto, se añade el hecho de que el combate contra el incendio durante la noche es más eficiente, ya que la temperatura ambiente es menor y los vientos normalmente se reducen. Por ese motivo, cualquier acción que se realice durante la noche o a primera hora del día suele resultar más efectiva que durante las horas centrales del día.
Afortunadamente, la tecnología de los RPAS está muy desarrollada y resulta que su característica principal es eliminar el factor de riesgo humano en las operaciones, al no estar el piloto dentro de la aeronave. Dicho de otra manera, emplear RPAS está especialmente indicado en aquellas operaciones en las que existe un gran riesgo para el piloto, ya que la tripulación se encuentra siempre a salvo en un lugar en tierra y alejado de la aeronave. Por tanto, los RPAS están perfectamente indicados para hacer labores de seguimiento y observación sobrevolando los incendios por la noche.
Esta actividad alcanza su máxima eficacia cuando se lleva a cabo con RPAS de largo alcance y de gran tiempo de vuelo. Este tipo de RPAS suelen ser de ala fija (para entendernos, con aspecto de avión clásico) debido a que su configuración les permite mantenerse sobre el incendio durante toda la noche (con tiempos de vuelo de 6, 8 o más horas). Son estables, fáciles de operar, tienen un largo alcance y pueden cargar con cámaras muy potentes. En su configuración de apoyo no están pensados para atacar el fuego con retardante o con agua, sino solamente para observar y controlar el fuego desde el aire (los RPAS con capacidad para atacar el fuego también están en desarrollo, pero tardarán algo más que los de observación debido a que tienen mucha más complejidad).
Complementariamente se emplean RPAS en formato helicóptero (ala rotatoria) que tienen la ventaja de no necesitar pistas de operación, ya que despegan y aterrizan en vertical. Por último, en corto alcance y como apoyo rápido también se usan multicópteros eléctricos para operaciones puntuales y cercanas.
Cada una de las herramientas mencionadas (aviones, helicópteros y multicópteros) tiene sus particulares ventajas e inconvenientes, pero, en general, todas ellas son perfectamente complementarias entre sí. Por este motivo, el éxito y aprovechamiento en el uso de los RPAS consiste básicamente en una definición realista del resultado y de la operación que se va a llevar a cabo.
De esta manera caben, por ahora, las siguientes opciones de operación (o combinaciones de ellas) según el RPAS empleado y de acuerdo a su cobertura y disponibilidad habituales:
- Alcance total proactivo (Toda la noche sobre todo el incendio. Idealmente debe ser solicitado antes de la noche): RPAS ala fija
- Alcance medio semirreactivo (Parte de la noche y/o parte del incendio. Puede ser solicitado durante la noche): RPAS helicópteros
- Alcance corto-medio reactivo (Entorno cercano al operador entre media hora con energía eléctrica y hasta dos horas con energía híbrida. Puede ser solicitado en cualquier momento de la noche): RPAS multicópteros
Si la definición de la operación está bien hecha, entonces la elección de una de estas herramientas o combinación de ellas es inmediata y aporta unos datos tremendamente útiles.
En todos los casos, y esta es la principal característica de los RPAS dedicados a coordinación y observación en incendios, deben portar cámaras de dos tipos: espectro visible de alta sensibilidad y espectro infrarrojo. También debe contar con la capacidad de transmitir las imágenes en tiempo real y en un formato georreferenciado de tal manera que el receptor de la señal, normalmente el Puesto de Mando Avanzado (PMA), pueda relacionar o visualizar de forma automática dichas imágenes o fragmentos de ellas directamente sobre el mapa de la zona.
Los servicios de extinción de incendios trabajan sobre Sistemas de Información Geográfica (GIS o SIG). Se trata de bases de datos georreferenciadas donde concurren todos los parámetros directos e indirectos relacionados con un incendio. Se trata de capas de información cuya forma más evidente de representación son los mapas, en los que se puede seleccionar la información que se debe analizar en cada momento y donde los datos obtenidos por los RPAS tienen un valor significativo para el análisis y la toma de decisiones.
Los GIS permiten superponer y combinar entre sí diferentes mapas. En el caso de los incendios forestales, permite superponer, por ejemplo, los mapas de orografía con el de combustibles naturales, de forma que al añadir las previsiones meteorológicas proporcionan una buena información teórica sobre la potencial evolución de un incendio.
Sin embargo, la realidad nos muestra que los incendios no siempre evolucionan como se prevé, incluso en ocasiones parecen caprichosos. Si tomamos en consideración el hecho de que la cambiante meteorología afecta al incendio y este, a su vez, influye en las condiciones de su microentorno, nos encontramos con escenarios que raramente siguen la teoría. Es por ello que siempre resulta de gran ayuda contar con ojos sobre el terreno de manera permanente tanto de día como de noche.