Desde los albores de la humanidad hemos vivido un constante afán de superación que se ha visto reflejado en hazañas cada vez más inverosímiles. El ámbito de la aeronáutica es, posiblemente, uno de los campos donde este hecho es más evidente. Es la esencia del progreso: más rápido, más alto, más grande, más eléctrico, más eficiente…
Incluso hoy mismo nos impresiona cuando aparece ante nuestros ojos un Antonov An-225, el mayor avión del mundo actualmente en servicio y con una amplia colección de récords inscritos en el libro Guiness. Sin embargo, un avión más grande en su envergadura y más poderoso ha entrado en escena: el Stratolaunch.
Su objetivo no es, al menos en principio, llevar pasajeros ni cargas pesadas, sino que está pensado para poner cargas en la órbita terrestre a un coste reducido que puede ser de hasta un 70% menos de lo que se cobra hoy por un lanzamiento convencional usando cohetes tradicionales.
La empresa que fabrica este enorme avión, Stratolaunch Systems Corporation (Vulcan Aerospace), pertenece al cofundador de Microsoft, Paul Allen, que se une a la carrera emprendida por otros empresarios tecnológicos que también han puesto su mirada en el espacio.
Toda la historia comenzó en 2010 con los primeros planteamientos para una futura aeronave de carga que normalizaría el acceso a la órbita baja de la Tierra y que previsiblemente serviría de apoyo a las misiones de la NASA. En 2011 Paul Allen se alió con el ingeniero Burt Rutan (Scaled Composites), que ya previamente intervino en el desarrollo de la SpaceShipOne de Virgin. A continuación, se llevó a cabo la compra a United Airlines de dos Boeing 747 usados con el objetivo de canibalizarlos, especialmente motores y electrónica.
El resultado ha sido un enorme avión con dos cabinas unidas por un ala, una de las cuales (la derecha) llevará a la tripulación, mientras que la otra (izquierda) alojará los sistemas de vuelo. Tiene una envergadura de 117 metros (más que la longitud de un campo de fútbol), longitud de 72 metros, altura de 15 metros y un peso sin carga de 227 toneladas. El empuje le vendrá dado por seis motores obtenidos de los Boeing 747 ya mencionados. Para su construcción se han empleado composites en un porcentaje significativo. Según afirma la empresa, será capaz de despegar con una carga de 590 toneladas (MTOW), aunque requerirá de una pista de, al menos 3,6 kilómetros de longitud que recorrerá con un conjunto de 28 ruedas.
En efecto, el objetivo que se marcó Paul Allen de convertir en rutina el actualmente costoso acceso a la órbita baja de la Tierra está más cerca de hacerse realidad.