Tendríamos que retroceder hasta el siglo XV para conocer a uno de los inventores renacentistas más peculiares y polifacéticos, Leonardo da Vinci. Su extensa obra abarcó pintura, anatomía, arquitectura, botánica, filosofía, ingeniería, urbanismo y otras muchas disciplinas. En algunos casos supuso una revolución en los siglos venideros. De hecho, podríamos catalogarlo como uno de los pioneros de la aeronáutica, lo que incluye su labor en la elaboración de estudios teóricos, diseños de artefactos voladores e incluso maquetas, aunque no hay constancia de que alguno de sus ingenios echase a volar.
Tras más de 500 años desde que Leonardo propuso su diseño, el ornitóptero puede, por fin, elevar el vuelo y competir en prestaciones con otras aeronaves no tripuladas.
Leonardo dejó escritos varios documentos en los que reflejó sus estudios sobre la mecánica de vuelo de las aves. Entre ellos destaca el “Códice sobre el vuelo de los pájaros”, un libreto de 18 páginas que data de 1505 y contiene sus estudios e ilustraciones.
Entre las máquinas que ideó para surcar los cielos se encuentra una inspirada en la fisonomía de un pájaro, en la que las alas eran accionadas mecánicamente por el piloto. Este invento lo baso en un estudio prolongado y exhaustivo sobre la mecánica de vuelo de las aves, siendo su idea la de dotar al ser humano de unas alas que le permitiesen volar. Su nombre: ornitóptero.
Sin embargo, el concepto estaba lejos de tener el resultado esperado. El principal problema radicaba en la enorme fuerza necesaria que habría que aplicar para batir las alas, permitiendo así que el artefacto despegara. La única construcción constatada de una de sus máquinas voladoras la llevó a cabo a lo largo de 1495, haciendo una prueba pública en Milán el 3 de enero de 1496, que no tuvo éxito.
En realidad, toda su obra estaba adelantada a su tiempo y este diseño, como otros, fue quedando olvidado tras el paso de los siglos en las viejas hojas de sus cuadernos.
Ya en la actualidad, seguiríamos con el mismo problema de diseño. Es más, ningún objeto volante hecho por el ser humano a lo largo de la historia ha conseguido un vuelo estable batiendo las alas. La naturaleza es una buena fuente de conocimiento para ser imitada, pero sería imposible que voláramos como un pájaro, debido a que no tenemos su fisonomía. En cambio, sí se consiguió volar con alas rígidas, llegando a despegar del suelo máquinas con una masa de cientos de kilogramos desde los primeros vuelos a principios del siglo XX. Pero este hito fue conseguido a través de la evolución de los motores y su desarrollo para generar mayor empuje.
Pero volvamos a la naturaleza y a ese afán de Leonardo por volar como un pájaro. Quizás sea imposible hacerlo directamente para un hombre aplicando su fuerza, aunque podría hacerse indirectamente. Pensemos en sustituir el cuerpo de un hombre por su inventiva, creando un objeto que fuera capaz de mantener un vuelo controlado, a la vez que bate las alas. En resumidas cuentas, como un ave.
La Universidad de Sevilla (España) es uno de los lugares donde se está haciendo realidad el sueño de Leonardo de construir y hacer volar un ornitóptero. Allí, han sido capaces de superar el problema inicial del proyecto: conseguir la fuerza necesaria para mover las alas de forma estable y contrarrestar la atracción gravitatoria. La vía elegida ha sido reducir la masa del artefacto al máximo posible gracias a la robótica, ya que este invento está formado por un esqueleto y sensores que permiten el vuelo, batiendo las alas. Del mismo modo, han copiado otra de las ideas del renacentista y, al igual que las aves, este pájaro mecánico también planea.
Otro de los aspectos significativos sería su aterrizaje, para lo cual han ideado un mecanismo similar al de las aves para poder posarse en los árboles o cualquier superficie similar, permitiéndoles hacer vuelos al aire libre. Esta parte del proyecto se encuentra en desarrollo y su mayor hándicap es la capacidad para reducir lo máximo posible el avance hacia delante en vuelo, con el objetivo de posarse sobre una superficie, minimizando así la violencia del aterrizaje.
Incluso siguen añadiéndole nuevas cualidades para mejorar sus capacidades. Por ejemplo, al tener la capacidad de permanecer en vuelo estacionario, están buscando la manera de añadirle pequeños paneles solares para poder recargarse de forma autónoma, aunque la dificultad radica en la enorme cantidad de energía requerida para mantener el aleteo y sostener la propia carga de los paneles necesarios para ello.
No obstante, y sin desmerecer esta inventiva. ¿Serían necesarias este tipo de aeronaves ornitópteras? Tengamos presente las cualidades de los drones, los cuales han experimentado una evolución acelerada en los últimos años. Incluso siguen evolucionando, ofreciendo cada vez una respuesta más precisa y mayores prestaciones.
En realidad, el ornitóptero poco tiene que ver con los drones y, de hecho, su única similitud sería la de ser una aeronave no tripulada. Al carecer de hélice, con el ruido aerodinámico que ello supondría, tiene la cualidad de ser silencioso y pasar desapercibido con facilidad. Atributo que le permite actuar como un observador sin llegar a realizar un impacto en el entorno que este examinando. Por otro lado, también podría interactuar con humanos, animales o plantas sin riesgo de producir daños por las hélices.
El desarrollo y uso de este tipo de aeronaves ofrecería al ser humano una opción diferente a lo que hoy en día están mostrando el resto de las naves no tripuladas. Sobre todo, en el ámbito de la observación y estudio del medio. Es decir, podría suponer una buena herramienta para la ciencia y, sobre todo, para biólogos y ecólogos.
Pero no solo la Universidad de Sevilla está desarrollando el concepto del ornitóptero, pues la empresa alemana FESTO también está progresando con su propio modelo. La principal diferencia es que carece de un sistema para realizar el aterrizaje. En cambio, como peculiaridad, cuenta con la posibilidad de sintonizar con otros de su misma especie, con la finalidad de volar en conjunto hasta un máximo de cinco aeronaves.
Es prematuro decir que un nuevo tipo de aeronave ha nacido, pues todavía quedan muchos detalles por resolver, aparte de lo más importante, que tenga una finalidad concreta y capacidades singulares.
En cualquier caso, echando a volar cualquiera de estos ornitópteros, habremos sido capaces de superar con éxito un problema de diseño que Leonardo Da Vinci planteó hace más de 500 años.