En la madrugada del 16 al 17 de noviembre de 2020 el huracán Iota, una depresión categoría 4 de alto nivel, con vientos superiores a los 250 km/h, azotó el caribe central. Uno de los lugares que más sufrió las consecuencias de Iota fue Providencia, una diminuta isla de apenas 17 km2, perteneciente al colombiano departamento de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
Relato de una intervención modélica y exitosa en el aeropuerto «El Embrujo», en la Isla Providencia, que supuso todo un reto por su singularidad, aislamiento y los riesgos asociados al clima.
Según recogen las crónicas que sobre el suceso se escribieron, “… la pequeña isla fue prácticamente borrada del mapa, resultando destruidas o seriamente afectadas el 98% de las construcciones que dejaron sin hogar a los aproximadamente 5.000 habitantes raizales de Providencia. De manera casi milagrosa, únicamente hubo que lamentar una víctima mortal, así como una decena de heridos de diversa consideración. Sin embargo, el paisaje de la isla, una vez hubo pasado el huracán, era de absoluta devastación”.
El principal punto de entrada y salida de Providencia es su pequeño aeropuerto, El Embrujo, el cual también sufrió con virulencia el golpe del huracán. En las horas posteriores a su paso se consiguió despejar la pista del aeropuerto, una superficie asfaltada de tan sólo 1290 metros de longitud. Sin embargo, la terminal de pasajeros, así como la torre de control, quedaron destruidas por completo.
Apenas 3 meses después del trágico evento, en enero de 2021, recibimos la invitación de la Aeronáutica Civil de Colombia para optar al diseño y reconstrucción de la terminal de El Embrujo y todas sus zonas aledañas. Adicionalmente, el potencial contrato incluía una importante ampliación de la plataforma de estacionamiento para aeronaves.
Para realizar el encargo, nuestra empresa debía garantizar 3 aspectos esenciales para la Aerocivil:
- Diseñar el nuevo aeropuerto siguiendo los estándares habituales de IATA para un nivel de servicio óptimo y adecuado al creciente tráfico de pasajeros de la isla.
- La nueva infraestructura debía estar operativa en el espacio de un año y su diseño debía tener en consideración la remota ubicación de Providencia, teniendo en cuenta los retos logísticos -en términos de construcción y mantenimiento- que ello suponía.
- Por último, la infraestructura resultante debía ser capaz de soportar la llegada de un nuevo episodio de vientos huracanados. Esta circunstancia era primordial ya que, desafortunadamente, no había ninguna duda de que en algún momento un “nuevo Iota” volvería a golpear la isla.
Una vez cerrado el acuerdo y desde el inicio de los trabajos, quedó claro que a estos requisitos iniciales había que unirle una nueva condición, imprescindible tanto para el equipo de diseño como para nuestro cliente: el resultado final debía respetar la singular arquitectura raizal de la isla. Un modo muy particular de construir y de entender los espacios en aquel lugar, resultado de un clima extremo en términos de precipitaciones, humedad y de exposición a la radiación solar.
Para cumplir con todas estas condiciones, AERTEC unió al propio equipo de expertos la experiencia in situ del estudio caleño “Espacio Colectivo”, habitual colaborador de nuestra empresa en proyectos radicados en Colombia. Junto a ellos, y a través de la toma de decisiones en aspectos cruciales del diseño, el resultado final logró dar respuesta a todos estos condicionantes. Veamos cómo.
En primer lugar, una vez recabados los datos esenciales, tanto del estado anterior al paso del huracán, como al del movimiento de pasajeros y aeronaves, el equipo calculó y dimensionó todos los sistemas afectados por el proyecto: desde el área de parqueo de vehículos en la urbanización lado tierra, pasando por todos los procesos de la terminal de pasajeros y hasta la disposición y geometría de los 3 stands en plataforma requeridos por la Aerocivil.
Dispuestos de un modo sencillo, atendiendo de manera prioritaria a la función de cada uno de ellos y adaptándose a determinados aspectos particulares del modo de operar de la isla, todos los procesos quedaron ordenados en una terminal de pasajeros dispuesta en dos niveles. De este modo, era posible vincular el lado tierra con la plataforma lado aire, situada aproximadamente 7 metros más baja.
Así quedó definida la planta de la terminal de pasajeros.
En segundo lugar, y por medio de varios modelos climáticos que tuvieron en cuenta la exposición solar y la dirección de los vientos predominantes, se ideó una singular geometría que, además formalizar el aspecto exterior de la terminal, favorecía el confort interior por medio de la ventilación natural.
Esta geometría, además, sería la responsable de ayudar a disipar el efecto de eventuales vientos huracanados sobre el propio edificio.
Para su materialización, y debido a la dificultad de realizar una ejecución “tradicional” en una ubicación tan remota, se ideó un sistema de cerchas metálicas -todas iguales- cuyo despiece pudiera favorecer el trasporte en barco hacia Providencia y posterior ejecución a modo de “mecano”.
Sobre este sistema estructural se proyectó una cubierta vegetal cuyo propósito era doble:
- Por un lado, crear un elemento pesado, inalterable al paso de un nuevo huracán. Esta característica, junto a la particular geometría de la cubierta, con la presencia de un sistema de lucernarios que “rompen” la planeidad de ésta, garantiza su buen comportamiento en esa situación.
- Y por otro lado, dotar a la cubierta de la terminal de cierta inercia térmica, de manera que la cesión de calor desde el exterior y hacia el interior del edificio tuviera un el mayor desfase posible. Una cubierta con 25 centímetros de capa vegetal es ideal para ello.
Todo ello determinó la sección de la nueva terminal de El Embrujo.
En tercer lugar, el equipo de diseño analizó los elementos más significativos de la arquitectura Raizal. Cubiertas exageradamente inclinadas (para evacuar la lluvia), celosías y vuelos sobre los huecos de fachada (para protegerse del sol caribeño) y generosos zaguanes de acceso a los edificios (buscando aclimatar la transición interior-exterior). Y ello con el propósito de reinterpretar estos elementos y adaptarlos al diseño de un edificio público que debe convertirse, no sólo en la terminal de transportes más importante de la isla, sino en un verdadero centro logístico y de refugio en caso de desastre climático.
La imagen de la terminal queda definida por esta transformación de la arquitectura raizal.
Por último, existe desde la propia génesis del proyecto una intención de minimizar todo lo posible el equipamiento “técnico” de la terminal, más allá del propia de los procesos asociados a la operación aeroportuaria. De este modo se reduce la necesidad de mantenimiento de equipos en una zona tan remota.
El resultado final es una moderna terminal de pasajeros, abierta hacia la costa oriental de la isla de Providencia, en la búsqueda del frescor marítimo, e integrada en un entorno singular y orgulloso de un modo de vida extremo y único. Una forma de relación raizal-aeropuerto que nos llevó a diseñar como elemento prioritario del conjunto un espacio público asociado a la terminal y un mirador desde el que poder contemplar, además del entorno, las crecientes operaciones del aeropuerto. Y es que el impacto social de una intervención de esta magnitud es igualmente determinante.
Así queda definida la filosofía de todo el proyecto.