Para llegar al espacio, el hombre tuvo primero que poder volar. Antes de 1900 hubo diferentes intentos de pioneros que, con más o menos éxito, fueron haciendo camino, pero no fue hasta los inicios del siglo XX cuando eclosionó la conjunción entre técnica y conocimiento para afirmar que se podía volar. Fue ese momento, precisamente, cuando los hermanos Wright construyeron una aeronave capaz de elevarse durante vuelos que duraron entre 12-20 segundos, con una distancia recorrida entre 30-50 metros. Numerosos inventores, ingenieros y apasionados de la aeronáutica comenzaron a mejorar lo que estos inquietos hermanos habían mostrado al mundo.
Al margen del debate sobre si los vuelos son espaciales o no, las iniciativas de Richard Branson y Jeff Bezzos han rejuvenecido el interés por los viajes al espacio.
Ya en 1914, se creó el Vlaicu III, el primer avión en cambiar la madera de su estructura por metal. En la década de 1930, se inventó el motor a reacción, dando lugar a un avance significativo. Ya existían vuelos comerciales antes de la segunda guerra mundial, periodo de grandes avances, pero con su llegada, compañías aéreas tan importantes en aquellos años como Air France o la Greater Japanese Airways, tuvieron que cerrar. Una vez superada la II Guerra Mundial, los vuelos comerciales tuvieron de nuevo un auge creciente, convirtiéndose en el medio de transporte más seguro para las personas y la base de sectores tan importantes como el turismo o el transporte rápido de mercancías.
Ya en el siglo XXI, la aviación se centra en dos ejes fundamentales: la mejora continua de la experiencia del pasajero y la disminución de su huella de carbono.
Sin embargo, el turismo ligado al transporte aéreo está queriendo ir más lejos en cuanto han habido quienes han apostado por volar más allá de los límites de la atmósfera. Este es el caso de empresas como Blue Origin o Virgin Galactic.
Blue Origin, perteneciente a Jeff Bezos, propietario de Amazon, ha realizado su primer vuelo con su nave espacial New Sephard, llamada así en honor a Alan Shepard, primer astronauta estadounidense en viajar al espacio. Por su parte, Virgin Galactic, empresa que pertenece a Richard Branson, también ha sentado precedente en lo que vuelos galácticos comerciales se refiere.
Tras ambos vuelos, se ha debatido mucho sobre si el vuelo de Virgin ha sido realmenter al espacio, o no. Todo ello es debido a algo de lo que muchos no habían oído hablar anteriormente: la Línea Karman
¿Qué es a Línea Karman?
Fue nombrada así por la Federación Aeronáutica Internacional (FAI) en honor a Theodore von Kármán, ingeniero aeronáutico, el cual trató de delimitar una frontera espacial. En sus publicaciones, dicho autor calculó la altura aproximada de 100 kilómetros debido a que, según explicaba, superando esa altura, una aeronave debería volar más rápido para mantenerse en el aire. A esa altura la atmosfera no proporciona apoyo suficiente como para que los aviones mantengan el vuelo, por que un avión comercial o militar convencional no podría volar.
En definitiva, la Linea Karman es una convención internacional que marca frontera entre atmósfera (con una marcada influencia de la Tierra) y espacio. Según la comunidad científica, traspasada esta altitud, se considera que sí se ha llegado al espacio.
Por su parte, y aquí está el debate, la NASA estima que se ha llegado al espacio una vez superados los 80 km de altitud desde la superficie terrestre, es decir, donde se acaba la mesosfera.
La controversia sobre si el vuelo de la nave de Virgin fue espacial o no se basa en esta diferencia de criterio. Para la NASA sí fue un vuelo espacial, pero para la comunidad científica, le faltaron unos pocos kilómetros. Blue Origin superó ambos límites al haber llegado hasta los 106 kilómetros, mientras que Virgin se quedó en unos 85 kilómetros de altura.
Aparte del debate sobre si se trataron de vuelos espaciales o no, existen otras diferencias muy notables entre las naves utilizadas por ambas empresas. Las ventanas de la nave New Sephard (Blue Origin) tiene grandes dimensiones, mientras que las de Virgin Atlantic son más pequeñas, las típicas que poseen los aviones comerciales en la actualidad. Desde Blue Origin afirman que la experiencia del pasajero será de mayor calidad al disponer un campo de visión más amplio.
Otro punto que diferencia a ambas naves son los sistemas de seguridad. El VSS Unity posee puerta de entrada y salida convencional, algo que se puede encontrar en cualquier aeronave actual, mientras que la New Sephard tiene un sistema de escape accesible desde el centro de la cápsula.
A efectos de desarrollo de ambos programas espaciales, Virgin Galactic solo ha realizado 3 vuelos por encima de los 80 kilómetros, mientras que New Sephard ya posee 15 vuelos.
Lo que sí es una realidad es que ambas empresas serán las primeras que pugnarán por llevar pasajeros civiles al espacio. Al parecer, los primeros viajes costaran unos 250.000 dólares, no apto para todos, pero es posible que con el tiempo aumente la demanda y disminuyan los precios aunque, no nos hagamos ilusiones, porque nunca costarán lo que un pasaje en Ryanair.
La meta de Jeff Bezos, junto a la NASA y la Agencia Espacial Europea, es colonizar la Luna y abrir una puerta al aprovechamiento de los recursos energéticos que posee y proceder relocalizar fábricas. La idea del fundador de Amazon es dejar este planeta para que el propio planeta mejore, entendiendo que estamos agotando los recursos naturales. La meta de Richard Branson es distinta, pues su empeño se centra en conseguir que la experiencia de un viaje espacial se abra al mayor número de personas posible.
Desde luego, creo que lo más relevante de estas experiencias es constatar que ya existen vuelos de empresas privadas que viajan al espacio con solvencia. Eso sí que es todo un éxito.