Estamos siendo protagonistas de una enorme transformación en las ciudades que se rige bajo el prisma de las personas, la movilidad, el entorno y las tecnologías. Realmente se trata de un cambio de paradigma.
Circular por las calles de cualquier área urbana requiere saber conducir un vehículo, a la vez que estar pendientes durante la ruta de las normas de conducción, señales, semáforos, cruces, peatones o imprevistos que puedan surgir. Las normas crean un entorno común de entendimiento para todos los conductores, con independencia del tipo de vehículo que lleven. Todo ello mitiga los riesgos, no solo para los conductores, sino también para el resto de las personas y elementos que componen el ecosistema urbano.
La Movilidad Aérea Avanzada (AAM) va a ser protagonista en los próximos años y tenemos la oportunidad de aprovechar el conocimiento previo para que sea realmente una solución a los problemas de movilidad en las ciudades.
Algo parecido ocurre en el aire. Lejos de lo que algunos creen, el vuelo de los aviones está regulado por una normativa muy estricta. Además, disponen de rutas y pasillos predefinidos, igual que las calles de una ciudad. Con todo ello se consigue que el medio aéreo sea de los más seguros de cuantos existen.
En ambos casos hay dos elementos comunes. Por un lado, tenemos una estructura de circulación (rutas, pasillos, calles, waypoints…) que proporcionan previsibilidad a los flujos de tráfico. Por otro, una regulación de los procedimientos que asegura que todas las partes interesadas tendrán una comprensión de las reglas de funcionamiento y se mitiguen los riesgos.
Desde hace unos años se está conformando un nuevo tipo de sistema de transporte de pasajeros y carga orientado al entorno de las ciudades (aunque no de forma exclusiva). Se trata de la Movilidad Aérea Urbana (UAM por sus siglas en inglés, Urban Air Mobility) o su evolución más reciente, la Movilidad Aérea Avanzada (AAM). Consiste en la utilización de vehículos aéreos de despegue y aterrizaje vertical, con propulsión eléctrica y capacidad para desplazarse de forma automática (incluso autónoma) o dirigidos a distancia. En general, este tipo de aeronaves están pensadas para cargas pequeñas y no más de dos pasajeros que se trasladen entre distintas zonas de una misma ciudad, aunque también se incluye en este concepto a la comunicación entre la ciudad y los entornos rurales, o entre la ciudad y centros intermodales de transporte ubicados fuera de su perímetro.
Son muchas las empresas en todo el mundo que han emprendido desde hace unos años una carrera para hacerse con un mercado, todavía incipiente, que puede mover en torno a los 4.500 millones de euros en los próximos años y generar más de 90.000 empleos. No solamente se trata de desarrollar las aeronaves que servirán para este fin, sino de innovar en tecnologías necesarias para su funcionamiento, diseño y construcción de vertipuertos (o city skyports) y muchas otras actividades económicas que se generarán a su alrededor.
La AAM requerirá de un espacio aéreo urbano estructurado con rutas, corredores y límites que definirán dónde se ubican los vehículos aéreos y cuales serán sus vectores de movimiento. También será necesario el desarrollo de una reglamentación específica que prevea toda la casuística de este tipo de transporte. Y, por supuesto, será necesaria la existencia de una autoridad única que supervise el funcionamiento del sistema y permita su adaptación constante. No olvidemos, en este sentido, que el espacio aéreo urbano dispondrá de muchos operadores (empresas y particulares) y, por tanto, será un entorno muy dinámico donde el estado de los vertipuertos, los corredores y las rutas cambiarán rápidamente en cortos espacios de tiempo.
Hay varias premisas que hay que abordar en cualquier entorno en el que se pretenda implantar un sistema de gestión para la AAM y que constituirán un reto previo a su implantación:
- Diseño del espacio aéreo urbano y procedimientos. Lejos de liberar el espacio para que cada aeronave vuele por donde le apetezca, aspecto tan poco deseable como inconveniente, debe haber un organismo que se encargue de diseñar la estructura del espacio aéreo urbano (las rutas aéreas, los corredores y sus límites) y los procedimientos específicos. Las estructuras también identificarán los puntos en el espacio donde la aeronave entrará o saldrá del espacio aéreo adyacente (por ejemplo, espacio aéreo controlado cerca de aeropuertos). Todo ello debe estar coordinado globalmente para que haya criterios básicos comunes en todos los lugares donde se implante.
- Creación de un sistema de intercambio de información. Será un servicio crítico que permitirá a todas las partes interesadas, dentro y fuera del espacio regulado, interactuar, compartir información y tomar decisiones utilizando un conjunto de datos coherente. Es un entorno en el que se volcará y recabará en tiempo real toda la información sobre el espacio aéreo y los vuelos. La información procede, a la vez que es utilizada, por autoridades aéreas, gestores del espacio aéreo, gestores de los vertipuertos, operadores, pilotos, etc.
A partir de ahí habrá que poner en marcha un entorno operacional que deberá contar con los siguientes servicios:
- Gestión de conformidad: Supervisión previa de las solicitudes de vuelo y aseguramiento de la vigencia de las autorizaciones, así como asistencia previa al vuelo en caso de que sea solicitada.
- Autorizaciones de vuelo: Autorización a las aeronaves y pilotos registrados para poder emprender el vuelo dentro del espacio aéreo urbano. También será necesaria la autorización para una aeronave que entre en el perímetro controlado.
- Gestión del flujo aéreo: Coordinación de los movimientos de las aeronaves dentro del espacio aéreo urbano y separación entre ellas para mantener la integridad de las operaciones.
- Gestión dinámica del espacio aéreo: Gestión flexible en tiempo real de las rutas, los pasillos aéreos y sus límites.
A todo esto, habrá que añadir un elemento nuevo que entra en escena: la realización de vuelos automáticos, o incluso autónomos. Ello implica que algunos de los procesos a la hora de iniciar, desarrollar o finalizar el vuelo (o todos ellos) serán gestionados por un sistema independiente. Esto no debe ser un problema en tanto que las aeronaves que se están diseñando para la movilidad aérea urbana se pueden considerar realmente como ordenadores que vuelan.
Es previsible que cada ciudad, región o país tendrá un diferente enfoque para la creación de los organismos de regulación y de control del espacio urbano en función de regulaciones, políticas, estrategias, y recursos. Pero, como ya se ha comentado, debe haber una serie de principios comunes que han de ser respetados por todas las partes interesadas, igual que ya ocurre con la regulación del espacio aéreo.
El impacto ambiental será también uno de los temas a resolver, especialmente todo lo relativo al ruido generado por los vehículos aéreos. A pesar de que se eliminarán los motores de combustión en este tipo de aeronaves, el rozamiento de los rotores genera un sonido sobre el que el 38% de la población ha manifestado sus reticencias, según un reciente estudio realizado por la Agencia Europea de Seguridad Aérea, EASA (ver estudio completo aquí).
Dada la configuración de este nuevo sistema de transporte, así como su elevada dependencia tecnológica, será necesario un compromiso sólido con la ciberseguridad mucho más allá del que haya podido existir hasta ahora con cualquier otro sistema de transporte.
También cabe mencionar un aspecto que será clave tanto en la puesta en marcha de la AAM como en su desarrollo: la confianza y aceptación por parte del ciudadano. De momento, según el estudio mencionado, el 83% de los encuestados se mostraban favorables a la implantación de la AAM en sus ciudades. Incluso el 49% estarían dispuestos a subirse en un aerotaxi.
Todavía queda mucho camino por andar antes de que todos estos pasos, y alguno más, se completen y podamos ver hecho realidad el sueño de un transporte aéreo personal y autónomo en nuestros entornos metropolitanos. En un sector como el aeronáutico en el que presumimos con razón de una normativa amplia y detallada que permite un estándar muy alto de seguridad, también tenemos que ser conscientes de que la puesta en marcha de la AAM requiere de una adecuada regulación y, sobre todo, dar cada paso con la solvencia a la que obliga un cambio tan importante como el que tenemos ante nosotros.
#uam