La COVID–19 ha supuesto la mayor crisis del transporte aéreo de su historia reciente. Una crisis inédita, no solo por su magnitud, sino por la rapidez con la que se ha desencadenado. A finales del año pasado, las previsiones apuntaban a un 2020 de crecimiento, con 9.500 millones de pasajeros en el mundo[1], y en España encarábamos nuestro séptimo año de crecimiento consecutivo. La pandemia lo ha trastocado todo y nos ha dejado un escenario que requerirá mucho tiempo y el esfuerzo de todos, para recuperar al sector y conseguir que siga contribuyendo de forma esencial a nuestra economía.
La aviación es uno de los puentes que une nuestro mundo, y siempre encontrará la vía para seguir jugando ese importante papel, tal y como ha hecho en los últimos cien años.
Tras la irrupción de la crisis, desde la Administración hemos contribuido con diversas medidas para paliar sus efectos. Por un lado, con medidas que tenían como objetivo garantizar la sostenibilidad de las compañías aéreas, agentes fundamentales en la cadena de valor del transporte aéreo, para que pudiesen afrontar un periodo caracterizado por la parada de la práctica totalidad de su actividad. Por otro, se pusieron en marcha actuaciones destinadas a asegurar una conectividad aérea mínima y estable en nuestro territorio, muy dependiente del modo aéreo. Fueron momentos de gran incertidumbre, en los que, si algo hemos constatado, es que contamos con un sector maduro, capaz de adaptarse a las severas restricciones que las circunstancias sanitarias nos impusieron a todos.
Ahora estamos dedicando nuestros máximos esfuerzos para trazar el camino hacia la recuperación. Será un proceso largo y complejo, que requerirá el trabajo conjunto entre la Administración y el sector, en muy diversos ámbitos, en el que volver a recobrar la confianza de los usuarios del transporte aéreo será clave. Teniendo en cuenta el carácter transfronterizo del sector, la participación activa de España en los foros internacionales en los que se debaten y coordinan decisiones en materia de transporte aéreo seguirá siendo fundamental para conseguir acelerar el proceso de recuperación.
El transporte aéreo debe demostrar que es seguro desde el punto de vista sanitario, y que viajar en avión vuelve a ser parte del día a día de muchas personas. Apostamos, en este sentido, por la aplicación homogénea en Europa de las directrices conjuntas publicadas por la Agencia de la Unión Europea para la Seguridad de la Aviación (EASA) y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC)[2]. Nuestro equipo participa activamente en el grupo de trabajo que monitoriza su implantación, porque creemos que pueden ser el eje sobre el que pivote la recuperación de esta confianza.
Tengo la certeza de que nuestro sector será capaz de reinventarse una vez más y adaptarse a la nueva situación, porque responde a una necesidad básica del ser humano, la de estar en contacto con sus semejantes. La aviación es uno de los puentes que une nuestro mundo, y siempre encontrará la vía para seguir jugando ese importante papel, tal y como ha hecho en los últimos cien años.
[1] Cifras del boletín “Economic impact assesment of COVID 19 on the airport business” de ACI, 5 de mayo de 2020.
[2] Operational Guidelines for the management of air passengers and aviation personnel in relation to the COVID-19 pandemic