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Cuando los aviones se jubilan

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Ana Isabel Manzano

AERTEC / Aerospace Industry

 

¿Qué ocurre con los aviones tras su vida útil? Después de pasar entre 20 y 30 años realizando su función, las aeronaves suelen ir a parar a los llamados “cementerios de aviones”. Se ubican normalmente en lugares desérticos ya que la climatología ayuda a evitar la oxidación de los materiales por la humedad. Además, el metro cuadrado de suelo es mucho más barato que en zonas más cercanas a las poblaciones u otros lugares “más” habitables.

Vista desde el aire, llama la atención la vasta extensión de terreno necesaria para albergar aeronaves de todos los tamaños, así como su disposición sobre el mismo, dando lugar a un paisaje único. Ejemplos de ello son: AMARG (Aerospace Maintenance and Regeneration Group), conocido por The Boneyard, en Tucson, Arizona, con más de 4.000 aviones militares de la fuerza aérea estadounidense; el Pinal Airpark para aviones comerciales, también en Arizona; o el Aeródromo de Khodynka en Moscú, repleto de aeronaves soviéticas abandonadas tras la Guerra Fría en una curiosa disposición en forma de X. En Europa también tenemos aeropuertos industriales preparados para tal fin, como el de Teruel, cuyas instalaciones albergan decenas de aeronaves a modo de parking, estudiándose la posibilidad de reconvertirlos en centros oficiales de despiece de aviones.

Surge en estos desguaces de aviones un escenario cuya vista nos traslada a otra época. Ponen a disposición de los visitantes un muestrario de aviones ya jubilados que hacen las delicias de los amantes de la aviación. En ocasiones, también se aprovecha esta ambientación tan singular para la filmación de películas y videoclips musicales en un paisaje, sin duda, llamativo.

Estos espacios dedicados al almacenaje de aviones surgieron tras la segunda guerra mundial, incrementando su número con la recepción de aviones que quedaron obsoletos tras su vida útil. Algunas aeronaves quedaban a la espera de ser requeridas para nuevos proyectos, otras para ser restauradas de cara a una posible venta a un precio más asequible y otras para ser desmontadas en su totalidad y aprovechar sus piezas todavía útiles para ser reutilizadas en aviones en uso (las llamadas canibalizaciones). Finalmente, a veces se opta por recuperar las materias primas de todo aquello que ya no es aprovechable de otra manera.

Pero también surgen nuevas oportunidades. Hay empresas que se dedican a utilizar algunas partes de los aviones para venderlas como piezas de mobiliario de estética aeronáutica. Se trata de un mercado exclusivo y en auge.

Entre tantas toneladas de materiales metálicos desechados, nos encontramos con un nuevo problema en la gestión de residuos aeronáuticos. Hasta hace muy poco tiempo, los materiales más utilizados eran aluminio, titanio y acero, de fácil y trillado reciclaje. Pero con la introducción reciente de los materiales compuestos esto se complica, generando así una tarea pendiente de resolver.

Hay que tener en cuenta que los materiales que usamos actualmente serán los residuos aeronáuticos del futuro, lo que conlleva la responsabilidad de averiguar qué podemos o qué debemos hacer con ellos de cara a los próximos años. De momento ya hay diversos proyectos en marcha orientados a la investigación sobre las posibilidades que ofrece su reciclaje y reutilización, con el fin de reducir el impacto ambiental generado por este tipo de residuos.

Los materiales compuestos termoestables no pueden ser fundidos como los termoplásticos para fabricar nuevos productos, por ello resultan especialmente difíciles de reciclar. Actualmente se reciclan mecánicamente, lo que provoca en el material base la destrucción de gran parte de sus propiedades. Otra opción es la de incinerarlos para, al menos, recuperar energía.

 

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