La industria aeroespacial vive una incesante búsqueda de nuevos materiales. Ya hemos hablado anteriormente en este blog sobre algunos de ellos, destacando el caso del Endohedral Fullerene, de la familia de los carbonos endohedral fullerenes, que favorecería un adelanto significativo en la automatización de aeronaves gracias a la precisión milimétrica que permitirá a los dispositivos GPS, entre otras muchas aplicaciones. También a finales de 2015, el fabricante aeronáutico Boeing anunció la estructura metálica más liviana conocida; una micro-retícula metálica compuesta por una estructura (con un 99.99% de aire) que propiciaría unas aeronaves más ligeras y, por tanto, más eficientes en términos globales.
Se especula con que podría usarse para hacer cableado eléctrico de resistencia cero, lo cual cambiaría la concepción actual de la conductividad en las aeronaves.
Ahora, tras más de 80 años fantaseando con la idea de crear en la Tierra un material único que pudiera revolucionar el campo de la física basándose en el hidrógeno en su estado como metal, el profesor de Ciencias Naturales Isaac Silvera y el investigador Ranga Dias, de la Universidad de Harvard, lo han conseguido y han publicado su estudio al respecto en la revista Science: “Observation of the Wigner-Huntington transition to solid metallic hydrogen”.
Muchos han sido los investigadores que han creído conseguir el estado metálico del hidrógeno, y muchos los que han dedicado su vida a intentar encontrar la fórmula adecuada, lo apasionante de esta carrera para conseguir el hidrógeno metálico sólido es la propia aventura que supone este hito. Es tan perseguido a la vez que importante debido a que el hidrógeno metálico atómico permitiría responder preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la materia o cómo generan su campo magnético los planetas más grandes gaseosos, como Júpiter. También se cree que este material es un superconductor a temperatura ambiente, con resistencia cero, pudiendo ser una gran renovación en la transmisión y almacenamiento de la electricidad. Por otro lado, algunos científicos han afirmado que el hidrógeno metálico sólido podría ser estable a bajas presiones, siendo un material que puede tener una gran cantidad de aplicaciones en la industria, desde la energía de fusión hasta su uso como vector energético.
Pero, ¿qué interés específico despierta este descubrimiento en la industria aeroespacial?
Hasta el día de hoy, las cualidades que hemos visto del hidrógeno en su forma líquida súper fría, se centran en su potencia como propulsor de cohetes. Con la forma metálica densa del hidrógeno podríamos encontrarnos, en la práctica, con un material que proporcionaría niveles titánicos de empuje que permitirían a cargas muy pesadas elevarse desde la Tierra. También se especula con que podría usarse para hacer cableado eléctrico de resistencia cero, lo cual cambiaría la concepción actual de la conductividad reduciendo la masa de cables presentes en cualquier aeronave. La agencia espacial estadounidense, como muchas otras, está fascinada con las posibilidades que ofrece.
Hay mucha competencia en la física y a buen seguro que muy pronto el resultado será reproducido y refutado por otros investigadores. Habrá quienes confirmen el éxito o quizás estemos ante una nueva falsa alarma. Habrá que esperar unos meses para saberlo. Por ahora es mucho ruido el generado por esta nueva aportación científica pero, como ya comentó a la BBC Marcus Knudson, de los laboratorios Sandia National, en EE.UU: “El escepticismo que se ha creado ante esta noticia es probablemente bueno, ya que motivará a muchos otros científicos a reproducir el experimento”.
Por ahora estamos en la fase primigenia de esta novedad científica. La cantidad de hidrógeno metálico que se ha conseguido es muy pequeña, pero si los experimentos posteriores ofrecen resultados positivos, a buen seguro que se hallaran diferentes maneras de impulsar su producción.
La industria aeroespacial está ávida de descubrimientos que, como este, pueden revolucionar muchas facetas de la industria.