Desde diciembre de 2014, cuando hablábamos en este mismo blog sobre los avances tecnológicos en el contexto aeroespacial que hicieron posible la misión de la sonda Rosetta al espacio, hasta hoy, han pasado muchas cosas. Ahora, la misión Rosetta ya ha finalizado, según lo previsto. Hizo un descenso progresivo durante varias horas controlando el impacto sobre la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, al que lleva estudiando más de veinte meses desde que despertó de su estado de hibernación casi 10 años después de ser lanzada.
El gran éxito de la misión de la sonda Rosetta no solo radica en el inmenso reto de ingeniería que ha supuesto, sino en la ingente cantidad de datos que ha obtenido y proporcionado para ser estudiados durante muchos años.
No cabe duda de que esta ha sido una de las misiones más audaces de cuantas se han llevado a cabo en el contexto de la ingeniería aeroespacial. Pensemos por un momento en el enorme reto que supone lanzar un pequeño ingenio al espacio y que tras muchos años de viaje se acomode en la órbita de un cometa. No perdamos la perspectiva de la dificultad que ello entraña dado que la velocidad de estos cuerpos celestes puede llegar a ser de varios cientos de miles de kilómetros por hora. A ello hay que sumar la capacidad para tomar muestras y enviar los datos hasta la tierra. No cabe duda de que en el éxito de la misión no solo intervienen todos los conocimientos posibles de la ingeniería aeroespacial, sino que su desarrollo aporta otros nuevos que usaremos en sucesivas misiones.
La decisión de finalizar la misión como lo ha hecho, en el mismo cometa, ha brindado la posibilidad de estudiar todo su entorno de un modo excepcional. Se han ido recogiendo datos relativos a gas, polvo y plasma. Se han tomado miles de fotografías de alta resolución. Y no debemos olvidarnos de Philae, el módulo que desplegó Rosetta para que aterrizara en la superficie del cometa durante unos días, hasta que se agotasen sus baterías, dedicado a recoger datos directamente sobre su composición y los efectos de la cercanía al sol.
Esta misión ha revolucionado la forma en que comprendemos y estudiamos el Sistema Solar y los cometas que se albergan en él. Algunos de los resultados más importantes están relacionados con los gases expulsados del núcleo del cometa, destacando el oxígeno y nitrógeno moleculares y agua. Sobre la información obtenida también se está investigando si podría haber ingredientes considerados clave para el origen de la vida, ya que también se detectó glicina, un aminoácido que suele encontrarse en las proteínas, y fósforo, un elemento fundamental del ADN y las membranas celulares.
Otros resultados apuntan a que los cometas son la huella de las primeras fases de formación del Sistema Solar y no fracciones de colisiones entre cuerpos de mayor tamaño como se creía. Así, se han obtenido datos sobre cómo pudieron ser los componentes que dieron lugar a los planetas hace 4.500 millones de años.
La Misión Rosetta ha recopilado tanta información que ha prologando el trabajo continuado de técnicos durante muchos años. Pero eso no queda ahí. El volumen de datos obtenidos es de tal magnitud que varias generaciones de científicos tendrán como objetivo común sacar toda la información posible de esta misión durante años.
Sin duda, esto no ha sido el final de una misión sino el comienzo de una gran investigación.