La carrera espacial es una empresa arriesgada. La reciente y desafortunada explosión del cohete Falcon 9, fabricado por la empresa SpaceX, es nuevo ejemplo de ello. Es la segunda vez en un año que Elon Musk pierde un cohete. Sin embargo, este contratiempo no va a detenerle. No a Elon Musk. Ni tampoco a su equipo.
Estamos entrando en una nueva era de exploración espacial. Está naciendo un nuevo sector aeroespacial comercial.
En la actualidad, un desastre así puede parecer todo un drama. De hecho, lo es. Va a ser más complicado encontrar clientes y aseguradoras. Por no hablar de los inversores, que van a ser cautelosos. Sin embargo, a largo plazo este contratiempo parecerá una minucia, al igual que otros obstáculos que el hombre ha encontrado a lo largo de su camino cuando ha puesto a prueba sus límites.
SpaceX está probando tecnologías innovadoras, así como nuevos materiales y procedimientos. Si hay alguien que piense que el éxito llega sin fracaso previo, está muy lejos de la realidad en cuanto a lo que implica la innovación. Los hermanos Wright estrellaron muchos planeadores hasta conseguir que el Flyer I realizara su primer e histórico vuelo a motor en Kitty Hawk en 1903. Y hoy, SpaceX está haciendo historia, ya que los cohetes reutilizables constituyen un avance esencial a la hora de abaratar los vuelos espaciales.
En 2016 SpaceX ha conseguido que seis cohetes aceleradores aterricen con éxito. Uno de ellos aterrizó suavemente en una superficie sobre tierra el pasado 18 de julio. Como comentó uno de los ingenieros de SpaceX, el aterrizaje vertical de un cohete después de un viaje espacial equivale a lanzar un lápiz desde el Empire State Building y confiar en que aterrice en vertical en una alfombrilla de ratón al otro lado del edificio. Y, desde luego, esto no resulta una hazaña fácil. El cohete entra en la atmósfera con velocidad hipersónica y, gracias a la ayuda de unas aletas de rejilla de dirección, propulsores de reentrada y grandes cantidades de control de navegación, consigue aterrizar de forma suave en la plataforma de aterrizaje. Y de pie, en vertical. Es absolutamente asombroso.
Este accidente va a añadir mucha presión a la lista de lanzamientos de SpaceX. Ya iban retrasados con respecto al calendario y este accidente va a provocar aún más retrasos. La NASA depende del Falcon 9 para sus misiones de reabastecimiento de carga y, además, en la lista figuran muchos satélites comerciales en cola para su lanzamiento. Sin embargo, no hay nada que temer. Seguro que pronto se recuperarán y conseguirán poner en funcionamiento cohetes reutilizables y de alta fiabilidad.
Estamos entrando en una nueva era de exploración espacial. Está naciendo un nuevo sector aeroespacial comercial. Estoy convencido de que este desafortunado suceso no interferirá con la visión de SpaceX:
«revolucionar la tecnología espacial, con el objetivo final de hacer posible que haya personas viviendo en otros planetas»
Bien hecho, compañeros. Gracias por vuestro gran trabajo. Estáis a punto de transformar la exploración espacial para siempre.
Actualización 1: El pasado 19 de febrero de 2017 se confirmó un nuevo éxito en la carrera de Space X. Ese día, un cohete Falcon 9, partió hacia la ISS con una nave de carga Dragon. El despegue se realizó desde la mítica rampa 39-A del Centro Espacial Kennedy. Algo más de siete minutos más tarde, la primera etapa del cohete (denominada B1031) aterrizó con éxito en el lugar programado para ello, la plataforma LZ-1, situada a pocos kilómetros de distancia.
Actualización 2: El 30 de mayo de 2020 un cohete Falcon 9 y la cápsula Crew Dragon eran lanzados desde la plataforma 39A de Cabo Cañaveral en la primera misión tripulada al espacio a cargo de una empresa privada, SpaceX, y atracó con éxito con la EEI-ISS unas diecinueve horas después de alcanzar la órbita. Un hito en la historia de la carrera espacial.