Lo primero que nos viene a la cabeza cuando oímos hablar de los aeropuertos estadounidenses es su gran número y su gran tamaño. Efectivamente, los números hablan por sí solos. Según acaba de publicar el Airports Council International (ACI) en su informe de 2015, de los primeros veinte aeropuertos del mundo con mayor tráfico de pasajeros, seis de ellos se encuentran en EEUU. En concreto se trata de Atlanta-GA (ATL), Chicago-IL (ORD), Los Angeles-CA (LAX), Dallas/Fort Worth-TX (DFW), New York City-NY (JFK) y Denver-CO (DEN). En particular, el aeropuerto de Atlanta ha sido el primer aeropuerto en superar la mítica cifra de los 100 millones de pasajeros tras experimentar un crecimiento del 5,5% al año pasado.
Los aeropuertos de EE.UU. deberán acoplarse con agilidad a unas rápidamente crecientes cifras de tráfico.
No se quedan atrás los aeropuertos estadounidenses en el ranking por número de operaciones. En 2015, EEUU conseguía situar en esta lista a once de ellos entre los primeros veinte.
En lo que se refiere a prognosis de tráfico, es especialmente llamativo el escenario que describe la Federal Aviation Authority (FAA) en su 2016-2036 Aerospace Forecast. En este informe, la FAA anticipa que la cifra de pasajeros internacionales (‘to and from the US’) incluyendo aerolíneas americanas y extranjeras, pasará de unos 200 millones en 2015 a casi 450 millones en 2034, siendo el mayor porcentaje de estos pasajeros los que volarán a/desde América del Sur (37%).
Si hablamos del número total de pasajeros, es decir, el resultado de sumar a lo anterior los pasajeros que efectúan vuelos domésticos (en crecimiento también, aunque menor obviamente), según fuentes de IATA y del US Department of Transportation, el número total de pasajeros en EEUU crecerá desde los 900 millones de 2015 a algo más de 1200 millones de pasajeros en 2034.
Son varios los elementos que contribuyen a que año tras año, los aeropuertos estadounidenses experimenten fuertes tasas de crecimiento. Por citar algunos, podemos señalar el fuerte crecimiento demográfico de estados como Florida, Texas y California; la creciente actividad económica de ciudades como Nueva York, Chicago, Miami, Denver …etc. que si bien fueron golpeadas (como parte del resto del mundo) por la crisis entre 2007 y 2009, han encontrado de nuevo la senda del crecimiento.
Todo esto supone que los aeropuertos, propiedad de una gran amalgama de entidades en lo que a modelo empresarial se refiere, deberán acoplarse a un ritmo rápido a estas también rápidamente crecientes cifras de tráfico. El problema, con casi toda seguridad, surgirá cuando los tiempos para completar las inversiones necesarias excedan los plazos requeridos para la puesta en marcha de las nuevas infraestructuras.