El Aeropuerto Internacional de Cochin (COK), en Kerala, es el cuarto más congestionado de India con un tráfico anual de pasajeros en torno a 7,5 millones. Fue el primero de los grandes aeródromos de su país que pasó a manos privadas. Sin embargo, por lo que ha pasado a tener un gran protagonismo internacional ha sido por el hecho de convertirse en el primer aeropuerto del mundo que es totalmente autosuficiente desde el punto de vista energético gracias a una extensa instalación de paneles solares fotovoltaicos y a una política general de optimización de los recursos.
El aeropuerto de Cochin (India) ha demostrado que puede generar más energía de la que consume gracias al sol.
Si tenemos en cuenta, además, que los aeropuertos son grandes consumidores de energía y que hablamos de un país que cubre más del 90% de sus necesidades energéticas con combustibles fósiles, se trata de un hecho especialmente significativo.
La idea comenzó a gestarse en el año 2013 en un momento en que la evolución positiva del tráfico de pasajeros obligaba a abordar una serie de mejoras en las instalaciones aeroportuarias. Se percibió una oportunidad idónea para desarrollar varios proyectos tendentes a mejorar ecológicamente el aeropuerto. De hecho, a instalación solar fotovoltaica no es un hito aislado sino que le seguirán importantes proyectos para reciclaje del agua y tratamiento de residuos.
Dos años después de su concepción se finalizó el proyecto con un coste aproximado de 10 millones de dólares.
En uno de los extremos del aeropuerto, junto a la cabecera de su pista principal de 3.400 metros de longitud, se ubica una instalación de 18 hectáreas que dan cobijo a 48.150 paneles solares. A ellos hay que sumar los que se instalaron inicialmente en tejados de terminales y hangares. Como resultado, la instalación genera un total de 12 megavatios diarios de energía.
Las necesidades del aeropuerto oscilan en torno a 48.000 unidades de electricidad al día, mientras que las instalaciones actuales producen entre 50.000 y 60.000 unidades diarias. Más que suficiente.
Se trata de un proyecto que no solo ahorra dinero al aeropuerto sino que contribuye muy positivamente a la no emisión de gases de efecto invernadero. Para que tengamos una idea de lo que significa esta iniciativa, se estima que en los primeros 25 años de funcionamiento de la planta de energía solar se evitará la emisión de 300.000 toneladas de CO2, o el equivalente a plantar 3 millones de árboles.
Desde el punto de vista económico, también ha resultado ser un proyecto satisfactorio por cuanto que, según las primeras estimaciones, en apenas cinco años se habrá amortizado la construcción de las instalaciones solares. A partir de ahí, todo será ahorro.
La idea se ha extendido a otros aeropuertos como son, entre otros, los de George (GRJ), en Sudáfrica, y Denver (DEN), en los Estados Unidos. Sin duda se trata de una iniciativa que se irá extendiendo a otras muchas instalaciones aeroportuarias.