¿Cómo afectaría la revocación del Tratado de Schengen a los aeropuertos? ¿Sería posible asumir, con niveles de servicio razonables, más controles de pasaporte a los pasajeros?
Los recientes atentados en París han reabierto el debate sobre la seguridad en Europa. El transporte aéreo, por su carácter estratégico y la repercusión mediática, es terriblemente sensible a este tipo de hechos.
Derogar los Acuerdos de Schengen se consigue con una simple firma. Implementar dicha derogación no es, en absoluto, instantánea.
En un intento por garantizar la seguridad de sus ciudadanos, algunos países se plantean la derogación del Acuerdo de Schengen. Esto implicaría retomar el uso de pasaportes para los vuelos intraeuropeos.
¿Están los aeropuertos europeos preparados para absorber un mayor número de pasajeros internacionales?
La supresión del Tratado de Schengen supondría un control de pasaportes obligatorio a un mayor número de pasajeros. Por lo tanto, también serían necesarios más puestos de control, más policías y más superficie para colas de pasajeros.
Por ejemplo, en el aeropuerto de Madrid Barajas, esta situación implicaría pasar de un 36% de pasajeros internacional a un 71% (ver gráfico).
En el aeropuerto de Málaga, con vuelos principalmente hacia Europa, el incremento sería aún más notable. El 85% de los pasajeros sería tráfico internacional si no existiera el Tratado de Schengen, frente al 44% actual.
Una terminal aeroportuaria es un edificio complejo. La flexibilidad de éstas supone ya un reto para los planificadores aeroportuarios. Son muchas las variables que afectan a su diseño:
- tipo de compañía aérea (tradicional, low-cost, chárter, etc.)
- tipo de pasajero (vacacional, negocios, étnico, etc.)
- automatización de los procesos internos (facturación de equipajes, SATE, control de tarjetas de embarque, control de pasaportes)
- medio de transporte terrestre (vehículo propio, tren, autobús, etc.)
- tipos de control de seguridad, de pasaportes,
Lógicamente, las incertidumbres socio-políticas incrementan significativamente la dificultad de optimización del diseño de la terminal. La normativa que determina el control de pasaportes afecta lógicamente a la superficie y la distribución de la sala destinada a dicho proceso. La afección de un cambio de dicha normativa es especialmente acuciante en el caso de una terminal ya existente. En este caso, la adecuación de la terminal ante dicho cambio puede ser un ejercicio realmente complejo.
Inicialmente, el aumento del número de pasajeros que tiene que pasar control de pasaportes puede asumirse reduciendo los niveles de servicio. Esto es, disminuyendo la superficie media por pasajero y aumentando los tiempos de espera. Pero esta situación no puede ser más que provisional.
Otra medida puede ser implementar el uso de swing gates (puertas que pueden operar vuelos domésticos e internacionales mediante la instalación de un control previo al embarque). Esta solución exige un incremento del personal de los cuerpos y fuerzas de seguridad del país. Es, igualmente, un parche temporal. Las swing gates generan bajos ratios de productividad. Por ejemplo, no es eficiente tener a un policía esperando 10 minutos en una puerta de embarque para controlar el pasaporte de un pasajero rezagado. Esto no ocurre en una sala convencional de control de pasaportes. Los swing gates, por lo tanto, implican un aumento de los costes del personal que no es sostenible a largo plazo. Además, implica un aumento en los tiempos de embarque por lo que aumentarían los tiempos de rotación de aeronaves y disminuiría el rendimiento de éstas.
La derogación de los Acuerdos de Schengen requiere un importante aumento del número de puestos de control de pasaportes y de superficie para colas. Conseguir liberar espacio implica realizar obras en una terminal operativa, actuaciones que son costosas, complicadas y requiere importantes medidas paliativas que eviten afectar a la normal circulación de pasajeros. Además, implementar estos cambios suele requerir de procesos administrativos que se dilatan en el tiempo. Derogar los Acuerdos de Schengen se consigue con una simple firma. Implementar dicha derogación no es, en absoluto, instantánea.
¿Las terminales europeas actuales están preparados para poder afrontar cambios drásticos en la política de inmigración europea? Me temo que muy pocos.
Una conclusión está clara. Nuevamente se demuestra que éste es un negocio cambiante. Las terminales aeroportuarias deben ser, ante todo, flexibles. La flexibilidad es un coste que debemos asumir todos: pasajeros, planificadores, operadores y propietarios, tanto públicos como privados.