Si la defensa adopta nuevos modelos es porque así lo hacen las amenazas. Hasta los más liberales saben que el Estado tiene el deber de salvaguardar la seguridad de sus ciudadanos y proteger los intereses de su país allí donde se vean amenazados. Todos los esfuerzos y las acciones para lograrlo es lo que llamamos defensa y la capacidad y competencia de su función se podrá hacer conforme al presupuesto que anualmente se le asigna.
Darle la espalda al peligro olvidándote de su existencia no logra que éste desaparezca.
En tiempos de restricciones presupuestarias es fácil dejarse llevar por el recorte en una materia que, de primeras, no parece tan socialmente necesaria. Si no te sientes claramente amenazado por un enemigo exterior, ¿por qué no ahorrarlo? La realidad es que darle la espalda al peligro olvidándote de su existencia no logra que éste desaparezca, más bien lo contrario. Identificarte como vulnerable te convierte en una presa más fácil para el que tiene intención de hacerte daño y eso estimula su amenaza.
La amenaza en un país occidental ha cambiado mucho en el último siglo: se alimenta en países inestables, se financia con intereses perversos y se ejecuta en una guerra de guerrillas en cualquier momento y lugar del mundo. La respuesta de defensa tiene que adecuarse y debe ser proporcionada. Lo peor de una guerra o guerrilla es el sufrimiento de los inocentes; las víctimas entre los que solo quieren vivir en paz son tan importantes en un lugar remoto del mundo como en tu vecindad.
Que la amenaza pueda golpearte en cualquier lugar del mundo te obliga a tener capacidad logística para desplegar la función de defensa con eficacia. El operativo y armamento debe desarrollarse para ser eficiente y preciso. Hay que asegurarse que lo que se tiene es lo que se necesita y que servirá para cumplir su misión, evitando daños a aquellos que están fuera del conflicto aunque tengan la desgracia de vivir cerca de él.
Los medios logísticos, los sistemas no tripulados (popularmente conocidos como drones) y el armamento de precisión deben marcar las prioridades de la defensa moderna. Se trata de usar con inteligencia los operativos de defensa, enfocados en la misión y actuando solo en el perímetro necesario. Se trata de cumplir con el deber de defensa, hacerlo con las obligaciones internacionales que ésta conlleva, ejecutarlo con la profesionalidad del que no tiene más remedio que estar preparado, evitando daños a inocentes y estando en todo momento listos para actuar. De hecho, la defensa de sus ciudadanos es la primera responsabilidad del Estado.