La normalidad en nuestro día a día viene condicionada sustancialmente por la localización física de nuestros compañeros, normalmente en instalaciones del cliente. El esfuerzo profesional que ejercitamos de forma natural en nuestros desempeños, se incrementa cuando la supervisión del contratante no se limita al producto final, sino al desarrollo de los mecanismos que dan lugar al mismo, así como, en la intervención del propio receptor del servicio en la ampliación constante del alcance de competencias para nuestros profesionales, o en el seguimiento continuo de las mejoras que proponemos.
Aunque desde un punto de vista objetivo se pierden factores de independencia a la hora de desarrollar los trabajos en casa del cliente, también es cierto que esa situación de presión nos permite conocer de primera mano las necesidades más inmediatas relacionadas con el proceso productivo y, de igual modo, anticiparnos en muchos casos a las necesidades futuras de las empresas contratantes del servicio. Por todo esto, formamos un equipo cualificado y avalado por años de experiencia en el sector que nos permite realizar aportaciones puntuales de consultoría o asesoría específica en las tareas que se nos encomiendan, especialmente en las nuevas ideas e implantaciones que requieren nuestros perceptores.
En las instalaciones del cliente nos convertimos en gestores eficientes y eficaces, pero con un aliciente muy importante, hemos desarrollado un criterio de gestión que comparten nuestros receptores del servicio. Casi siempre con voz, y alguna vez con voto, participamos en la toma de decisiones conjuntas que implican a nuestro departamento cuando se nos da la oportunidad y, teniendo en cuenta que somos tan sólo una parte del entramado empresarial de grandes clientes, es un factor importante a tener en cuenta, ya que, añadimos de forma automática al trabajo que desempeñamos un valor que se refleja indudablemente en el producto final que venden nuestros clientes.
Es quizá, por todas estas situaciones complejas que describo, por lo que podemos decir que hemos crecido y que seguimos creciendo profesionalmente al amparo de nuestros objetivos, con autoexigencia y con la independencia que otorga el conocimiento específico del trabajo, aunque sin olvidar la dependencia intrínseca al desarrollo de nuestras actividades en centros externos.