En los últimos años hemos visto la importante proliferación y crecimiento de oficinas de gestión de proyectos en todo tipo de empresas. Las diferentes metodologías tales como PRINCE 2, PMBOK y la reciente ISO 21500, nos han mostrado el camino para gestionar de forma eficiente, y con un lenguaje común a las diferentes organizaciones, los procesos enmarcados dentro de los proyectos. Pero, ¿en qué nos pueden ayudar estas metodologías?, ¿es realmente adaptable a todo tipo de empresas? y ¿dónde centrarnos a la hora de su aplicación.
La actual tendencia de trabajo en entornos internacionales hace cada vez más necesario hablar el mismo idioma, compartir las buenas prácticas y documentar las lecciones aprendidas para que la organización aproveche las sinergias generadas. El uso de estas metodologías de gestión agiliza las comunicaciones, simplifica la forma de gestionar los proyectos y mejora la competitividad de la empresa.
Si bien es cierto que una PMO parece más necesaria en empresas grandes, ya que gestionan un volumen más alto de proyectos, no significa que, la gestión de los mismos en base a las diferentes metodologías, no se pueda aplicar a cualquier organización. Tras un recorrido más o menos intenso y largo en este campo, queda demostrado que la aplicación de dichas metodologías es el primer paso para comprender la complejidad de los proyectos, unificar los criterios de gestión y abrirnos al mundo globalizado en que operamos.
Invertir en gestión de proyectos mejora la competitividad de la empresa, sea cual sea su tamaño
Como cada proyecto es temporal y único, debemos adaptar nuestros conocimientos teóricos a la casuística de cada uno, profundizando en aquellas áreas de conocimiento que consideremos más importantes para el buen desarrollo del mismo. Por su puesto, la triple restricción de alcance, tiempo y coste, se aplicará a todos los proyectos, aunque otras áreas menos desarrolladas como pueden ser la gestión de riesgos o la gestión de las comunicaciones, pueden jugar un papel decisivo. Y es esa visión, la de saber donde focalizar los esfuerzos, la que nos debe proporcionar el gestor de proyectos en base a su formación y experiencia.
Recapitulando lo expuesto anteriormente, invertir en gestión de proyectos nos encamina hacia la mejora continua, nos alinea con los requerimientos del mercado y mejora la competitividad de la empresa. Personalmente creo que la aplicabilidad en todo tipo de empresas es posible y que, con los conocimientos y experiencia adecuados y adaptando los esfuerzos a la casuística de cada proyecto, la evolución positiva de la empresa y sus objetivos será efectiva y visible en un espacio de tiempo reducido.