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Un avión singular, el observatorio astronómico SOFIA

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AERTEC

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Uno de los aviones más extraños, a la vez que interesantes, que nos podemos encontrar en el aire es el SOFIA. Estas siglas corresponden a Stratospheric Observatory For Infrared Astronomy (Observatorio Estratosférico para Astronomía Infrarroja). En realidad se trata de un Boeing 747 que se reconvirtió hace unos años para poder albergar en su interior un telescopio de 2,5 metros así como toda una serie de equipamientos para la observación y el estudio astronómico.

El proyecto está siendo llevado a cabo conjuntamente por la NASA y el DLR (Centro Aeroespacial Alemán). Su objetivo es disponer de un telescopio que permita realizar observaciones desde la estratosfera y evitar, de este modo, el filtro que supone la propia atmósfera para la radiación infrarroja. Por este motivo, su altitud media de vuelo para la observación son los 13.000 metros, donde evita el 99,8% del vapor de agua contenido en la atmósfera. La importancia de este tipo de estudios radica en que las observaciones infrarrojas revelan los estados fríos de la materia y permiten explorar el Universo oculto.

Interior-sofia-01Una ventaja añadida al hecho de disponer de un telescopio instalado en un avión es su movilidad. El SOFIA puede realizar programas de observación y estudio en cualquier punto de la estratosfera terrestre y, por tanto, dirigir la mirada hacia cualquier parte del Universo.

Recientemente, en marzo de 2015, se dieron a conocer importantes hallazgos, realizados desde SOFIA, en relación a la vinculación entre supernovas y la formación de planetas como la Tierra.

El avión que transporta este impresionante telescopio de 2,5 metros es un Boeing 747SP (“Special Performance”) adaptado. Es un modelo sensiblemente más corto que los jumbos convencionales, del que se fabricaron tan solo 45 unidades. Fue construido en 1977 y funcionó como transporte comercial de pasajeros para las compañías Pan Am (que lo bautizó como Clipper Lindberg) y United Airlines. En 1997 fue adquirido por la NASA.

Para adaptarlo a su nuevo cometido hubo que seccionar el fuselaje del avión en su parte posterior y realizar una serie de modificaciones estructurales que permitieran albergar el telescopio. Los retos a los que se enfrentaron los ingenieros que hicieron la adecuación fueron importantes:

Interior-sofia-telescope-03Para empezar, había que crear una estructura de soporte para el telescopio que fuera rígida a la vez que ligera, a fin de no lastrar en exceso el avión. Esto supuso igualmente adaptar la fisonomía externa del propio avión, lo que le confirió un aspecto “jorobado”. También hubo que crear un sistema para estabilizar el movimiento de la aeronave de tal forma que la vibración no afectara a la observación. Otro tema no menos importante era eliminar las turbulencias que a buen seguro se generarían al abrir en vuelo la gigantesca puerta que protege al telescopio.

Precisamente esa enorme puerta fue uno de los mayores desafíos. Con unas dimensiones de 16 x 23 metros, debía abrirse en pleno vuelo, a velocidad de crucero, y con unas condiciones de presión y temperatura extremos. Además, ¿imagina el impacto del aire con la puerta abierta?

En la práctica, todos estos retos fueron solventados con éxito. SOFIA realizó su vuelo inaugural en abril de 2007 y las primeras –y exitosas- observaciones las realizó en 2010 abriendo una nueva ventana a la observación astronómica. La NASA le prevé una vida útil de 20 años.

En este vídeo que le adjuntamos puede saber mucho más de SOFIA – [Ver vídeo ].

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