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Sistemas de prueba en entornos aeronáuticos

Jerónimo Vázquez

Jerónimo Vázquez

AERTEC / Aerospace & Defence Systems

 

La construcción de una aeronave es un proceso muy complejo. Más aún si cabe en la actualidad, cuando los grandes programas aeronáuticos son auspiciados por alianzas internacionales, respaldadas con fondos públicos. Esto provoca que haya decisiones políticas y laborales, además de técnicas, detrás de la implantación de una planta de construcción aeronáutica.

Nuevas herramientas para que los procesos sean cada vez más seguros, más fiables y menos costosos.

En consecuencia, es habitual encontrarse con instalaciones distribuidas geográficamente en diferentes regiones o países, donde en cada planta se fabrica una parte de la aeronave. Posteriormente todas las piezas se trasladan a la línea de ensamblaje final (FAL, por sus siglas en inglés: Final Assembly Line) para ser unidas como en un rompecabezas.

Durante el proceso de construcción de cada pieza, los responsables de esta tienen que validar y verificar cada equipo, cable, tubería, etc. que se monta en ella antes de que la pieza sea enviada a la FAL. Una vez allí, hay que ensamblar unas piezas con otras, e interconectar los sistemas, además de instalar nuevos equipos.

Cada paso de ensamblado requiere la validación de los sistemas afectados. No hace mucho, las comprobaciones se hacían a mano, verificando la continuidad de los cables, la operatividad de los equipos o la estanqueidad de las conducciones y tanques.

Todavía, muchas de estas operaciones se siguen realizando a mano, aunque hoy en día la tecnología disponible permite automatizar gran parte de estas pruebas, mejorando la fiabilidad, la repetitividad y la trazabilidad de estas.

Fiabilidad: Al eliminar el factor humano en algunas comprobaciones y usar sensores para medir algunos parámetros, garantizamos la exactitud de la medida y la ausencia de errores en el registro del resultado.

Repetitividad: Al automatizar una prueba, se garantiza que se puede repetir tantas veces como se quiera en las mismas condiciones.

Trazabilidad: El tratamiento automatizado de datos permite registrar la información en bases de datos. Esto permite que posteriormente se puedan consultar los resultados, las incidencias producidas durante la prueba, el operario que la realizó, el ingeniero que la diseñó, en qué aviones se ha ejecutado, etc.

Sin embargo, el mayor valor de toda esa información registrada vendrá de su tratamiento mediante técnicas de minería de datos. Una aplicación adecuada de estas técnicas puede proporcionar, en primer lugar, estadísticas que permiten identificar las incidencias más repetitivas o las más costosas, evaluar planes de mitigación de dichos fallos o mejorar los procesos, entre otras cosas. Pero también se puede usar para predecir errores y optimizar el mantenimiento de los equipos de pruebas y las herramientas. Esto supone unos ahorros en costes de calidad considerables.

El siguiente paso en el ámbito de las pruebas funcionales en entornos aeronáuticos es el “Internet de las Cosas”, mediante la interconexión de elementos que permitan la autogestión de las pruebas y que envíen informes de fallos de forma autónoma, que avisen de problemas en tiempo real. 

Esto puede requerir varias cosas: 

  • En primer lugar, disponer de un estándar para la verificación de sistemas de avión: un lenguaje común en el que se entiendan los sistemas de verificación y los sistemas que se deben validar, y permita definir el marco de las pruebas: condiciones iniciales, estimulación y respuesta.
  • En segundo lugar, desarrollar las pruebas teniendo en cuenta que los equipamientos específicos de cada avión varían de una unidad a otra (como en los coches, hay “versiones” que incorporan más o menos equipamiento).
  • En tercer lugar, disponer de los procesos y la infraestructura que permitan gestionar y mantener toda esa información.

Evidentemente estas innovaciones no son aplicables a todos los elementos de un avión, y muchas de las pruebas que se deben realizar requerirán de intervención humana. De hecho, el objetivo no debe ser sustituir al ser humano, cuyo criterio profesional siempre va a estar un paso por delante, sino asistirlo y dar nuevas herramientas para que los procesos sean cada vez más seguros, más fiables y menos costosos.

Aunque la evolución de la tecnología en el sector aeronáutico tiene una cadencia mucho menor que en otras industrias, podemos asegurar que hay revoluciones tecnológicas por llegar, y que afortunadamente vivimos en un reto constante por mejorar y hacer más fiable lo que construimos. Y no cabe duda de que cuando hablamos de volar, esto siempre es una prioridad.

 

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