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El tráfico aéreo impactado por el COVID-19

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Antonio Rodríguez-Laiz

AERTEC / Marketing & Communication

Si echamos un vistazo a cualquiera de las páginas web que nos permiten ver los vuelos que están operando entre aeropuertos de todo el mundo, es evidente que la situación es totalmente anómala. La caída del tráfico aéreo con respecto a las mismas fechas del año pasado es dramática y tendrá influencia en los próximos meses y años, no solo en el sector de la aviación, sino también en la economía mundial.

Como consecuencia directa del COVID-19, el tráfico aéreo mundial se ha reducido a menos de la mitad del que había hace un año en estas mismas fechas.

A medida que el coronavirus ha ido evolucionando en los últimos meses, las restricciones en los viajes han ido dibujando un mundo diferente. Tengamos presente que casi el 90 % de las personas del mundo están actualmente sujetas a algún tipo de restricción de movimiento con motivo de las acciones para luchar contra la pandemia del COVID-19. Además, más del 40 % de los habitantes del planeta viven en países donde las fronteras están totalmente cerradas.

Esto afecta de forma directa al tráfico aéreo mundial, el cual ha registrado en la última semana de marzo (la más afectada en esta evolución) una caída del 55 % con respecto al mismo periodo del año 2019. Como consecuencia directa, más de un centenar de líneas aéreas de todo el mundo ya han dejado sus aeronaves en tierra, interrumpiendo su actividad. Aún así, hay ciertos matices que considerar.

En primer lugar, el tráfico aéreo doméstico está siendo afectado de forma muy diferente según los países, mientras que los vuelos comerciales internacionales están prácticamente paralizados. También es distinta la afección a los vuelos de carga, que también han disminuido, pero en menor medida que los comerciales.

La mayoría de los vuelos que se realizan en estos momentos se centran en los entornos domésticos, especialmente en las grandes áreas de movimiento sin fronteras. Es el caso de China, donde se mantiene la movilidad interna de sus cientos de millones de ciudadanos y donde todo apunta a una leve recuperación de la normalidad. De hecho, algunas aerolíneas de este país ya han presentado sus horarios de vuelos domésticos a partir de mayo con niveles de frecuencia y capacidad similares a los de hace un año. En lo relativo a los vuelos internacionales, sin embargo, no se espera una mejoría a corto plazo.

El caso de los Estados Unidos es especialmente llamativo. A pesar de la disminución dramática del tráfico aéreo, constatable especialmente durante la primera semana de abril, la densidad de aviones en vuelo seguía superando a la del resto del mundo (excepto el caso ya comentado de China). A la vista de la evolución de la pandemia, las aerolíneas ya están preparando planes para cerrar temporalmente, dejando en tierra la mayoría de las aeronaves. Sin embargo, a diferencia de Europa, la administración de los EE. UU. parece otorgar más importancia a la forma en la que el tráfico aéreo afecta a la economía del país que a su papel como vehículo de transmisión de la pandemia. Quizás por este motivo no termina de asumir decisiones drásticas, sino que está mirando hacia una amplia gama de contingencias y planes para abordarlas.

Finalmente hay otro aspecto importante que considerar en el contexto mundial como es la capacidad del sistema de control de tráfico aéreo para mantener su actividad plena. La vulnerabilidad que representa el contagio del personal ya ha obligado a cerrar instalaciones de control de tráfico aéreo en los Estados Unidos (Chicago, Nueva York, Las Vegas…) y todo apunta a que situaciones similares pueden darse en otros países donde la densidad del tráfico aéreo no haya caído significativamente.

Es evidente que la pandemia del COVID-19 está siendo un evento negativo muy importante para el sector de la aviación en el contexto mundial. En el plazo inmediato no queda otra opción que adaptarse a las medidas de confinamiento dictadas por cada gobierno y tratar de proteger a las personas que dependen de nuestra actividad económica. Sin embargo, también es necesario aprovechar este tiempo para establecer las medidas que nos permitirán sobreponernos a las consecuencias de la crisis en el menor espacio de tiempo posible y mantener al sector del transporte aéreo como el motor de desarrollo que ha sido hasta ahora.

 

Aircraft tails

 

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