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Soñando el cielo

Luis Utrilla

Luis Utrilla

Airport professional / Aeronautical historian

Aeropuerto de Málaga-Costa del Sol: 13 horas UTC.

Si miramos el calendario, 25 de marzo de 2021, nada nos indica que hoy pudiera ser un día especial.

Sin embargo, un grupo de empleados del aeropuerto se agrupan en la terraza de la Terminal T3. Otros lo hacen junto a la plataforma de aeronaves, y también a las puertas del parque de bomberos.

Más allá de la valla perimetral son también decenas de personas las que en Churriana o en San Julián otean el horizonte.

Nuestro cielo sigue siendo tan azul como ayer, pero una vez más su etérea naturaleza ha sido el escenario de los nuevos aventureros del siglo XXI, que como hace ahora un siglo, son aquellos que, soñando el cielo, llevan sobre sus alas el desarrollo de la sociedad a la que sirven.

Todos ellos están más que familiarizados con el ir y venir de las aeronaves, más de 120.000 utilizaron el aeropuerto malagueño en 2019. Si bien, en este año tan singular, las pistas del aeropuerto se ven mucho más vacías, incluso desoladas.

En los equipos móviles de los espectadores una traza amarilla les indica el recorrido de la aeronave que esperan.

Fiel a las indicaciones de la tecnología digital, poco a poco un diminuto punto se dibuja en el horizonte del azul cielo primaveral malagueño.

Decenas de miradas se fijan en él.

Avanza lento, señorial, majestuoso.

Tras unos minutos de espera el gigante Airbus 380 cruza por vez primera el cielo aeroportuario. Luce en su librea los colores del fabricante europeo Airbus, y su matrícula es toda una onomatopeya de la sorpresa que causa en los que lo admiran desde el suelo, F-WWOW.

Ciento dos años y dieciséis días antes, una decena de malagueños escudriñaban también el cielo esperando tener ante sus ojos aquel extraño aparato que procedente de Alicante había anunciado su llegada por telegrama unas horas antes.

Del mismo modo, un diminuto punto por encima de Gibralfaro les anunció su llegada, y minutos después quedaban perplejos cuando un biplano Salmson 2.A.2 se posaba en el erial de El Rompedizo.

En ambas ocasiones los aviones han llegado de Toulouse.

En ambas ocasiones han sobrevolado los casi 1.000 kilómetros que separan ambas ciudades, guiados por la cálida línea costera del Mediterráneo. 

En ambas ocasiones su viaje responde a la ilusión y el esfuerzo de un grupo de soñadores del transporte aéreo internacional.

El Airbus que ahora sobrevuela el aeropuerto malagueño es 10 veces más largo que aquel Salmson. Tiene una envergadura ocho veces mayor, y es capaz de transportar por los aires 430 veces el peso del primigenio biplano. 

De los dos ocupantes del primero hemos pasado a las 850 personas que pueden viajar en el segundo.

Pero, aunque el Airbus y el Salmson pudiera parecernos que pertenecen a dos realidades distintas, ambas tienen la misma esencia.

Se trata de aerodinos ideados por el ingenio humano, dedicados al transporte de personas, uniendo ciudades distantes, superando montañas, salvando mares y océanos.

Pocas veces la tecnología ha estado más al servicio de la sociedad que en el transporte aéreo. Pocas veces el género humano se ve más unido que mirado desde el cielo. 

A 33.000 pies, desde las ventanillas de nuestros modernos reactores no se divisan las fronteras, y todos parecemos mucho más iguales. 

La llegada del A380 ha puesto de manifiesto la gran transformación de la tecnología aeronáutica en su escaso siglo de existencia, y cuyo desarrollo sigue marcando una de las fronteras del conocimiento humano.

En estos días, un ingenio de alas giratorias surcará los cielos de Marte.

Un aeródromo de apenas 10 por 10 metros ya está listo en el planeta rojo. 

Y la ruta también está ya marcada: apenas unos metros a escasos centímetros del suelo marciano.

No mucho más que el vuelo protagonizado en la Tierra por los hermanos Wright aquel 17 de diciembre de 1903.

Pero nuestra historia es hoy mucho más cercana.

Tras varias pasadas sobre la pista 13/31 para la calibración del nuevo sistema satelitario que da soporte a la navegación aérea del siglo XXI, el gigante A-380 balanceó ligeramente sus alas saludando a todos aquellos que admiraban su vuelo desde el suelo, y desde Málaga puso rumbo de nuevo a Toulouse, ciudades que una vez más están unidas por la estela mágica e invisible del transporte aéreo.

Hoy, nuestro cielo sigue siendo tan azul como ayer, pero una vez más su etérea naturaleza ha sido el escenario de los nuevos aventureros del siglo XXI, que como hace ahora un siglo, son aquellos que, soñando el cielo, llevan sobre sus alas el desarrollo de la sociedad a la que sirven.

Málaga, primeros días de primavera de 2021.

 

Airbus A380 en Málaga

 

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